miércoles, 17 de febrero de 2016

YO CREO (17-02-16, miércoles)

No me devuelvas el anillo, me dijo. No pensaba hacerlo porque para mi significa mucho, le contesté, aunque sin ti pierda parte de su sentido. Es tuyo, continuó, y te lo di con todo mi corazón, sinceramente, y no puede llevarlo nadie más que tú. Lo sé... por eso me lo quedo, porque nadie más que yo merece llevarlo y me recuerda que, al menos por un tiempo, me quisiste de verdad, que no fue un sueño, que éramos reales.

Intenté sonreír pero me salió una mueca mojada de lágrimas, y vi en sus ojos la misma tristeza que empañaba los míos. El tiempo se deslizó alrededor nuestro, de puntillas, mientras yo recogía los pedazos de mi corazón roto y él retrocedía a la concha en la que se estaba encerrando. Nunca le sentí más lejos. Nunca le había querido tanto. Nunca le odiaría más.

Me cerré el abrigo mientras apretaba los dientes para no rogarle un último abrazo del que no querría desprenderme jamás. Aún así, mi boca traicionó a mi mente y me escuché preguntando ¿me echas de menos alguna vez? Claro, dijo con voz estrangulada, cada día, muchas veces. Supe que no mentía, que notaba mi ausencia en muchos momentos aunque no quisiera, que sus recuerdos le traicionaban cuando menos lo esperaba conjurando mi sonrisa, alguna palabra, el tacto de mis manos, el sabor de mis besos o el calor de mi pecho. No sé por qué lo pregunté, quizá porque necesitaba confirmar lo que mi corazón me aseguraba. Y dentro de mi todo se quedó en silencio. Había llegado la hora de partir.

Le dije adiós sin mirarle a la cara y me di la vuelta. Mis piernas se movieron, un paso, dos, tres, alejándome de él. Lo último que escuché fue "un beso..." lanzado a mi espalda. No me giré. No habría sido capaz de irme sin pedirle otra oportunidad.

Hice el camino llorando, a ciegas, pensando en todas las veces que recorrí esas mismas calles flotando a varios palmos del suelo porque habíamos pasado un rato juntos y era feliz. Me costaba creer que aquella mujer que caminaba despreocupada, sonriendo al mundo y rozándose los labios que habían dado y recibido tantos besos, fuera la misma que ahora no tenía consuelo, se sentía vacía, perdida, incompleta. Sola. Era yo entonces o lo era ahora?

Llegué a casa tarde, derrotada, muerta de hambre pero sin ganas de comer, fría por dentro y por fuera, con ganas de dormir pero temiendo el sueño. Me metí en la cama y lloré. En algún momento me dormí y esta mañana, al sonar el despertador, descubrí que había sobrevivido a la noche y podía levantarme y desayunar y ducharme... Que como dijo el tío Walt (Whitman)" “Que tú estas aquí, que existe la vida y la identidad, que prosigue el poderoso drama y tú puedes contribuir con un verso.” Yo he escrito algunos versos, sobre papel y contra algunos cuerpos (ya lo dice Serrat, "amor no es literatura si no se puede escribir en la piel") pero mis mejores letras todavía están por escribir.

Algún día alguien cogerá todas mis piezas y hará de mi puzzle su todo. Algún día bailaré bajo la lluvia al ritmo de una música creada sólo para que yo la escuche. En algún sitio, lo sé, están los ojos en los que querré mirarme cada mañana y la sonrisa en la que me dormiré cada noche.

Yo creo. Lo merezco. Me lo he ganado.

Mjo
17-02-1