domingo, 15 de marzo de 2020

CONFINADOS


Me levanto hoy, domingo 15 de marzo, y me sorprende el silencio. No sé por qué, vivo sola y es lo más habitual los fines de semana. Pero hoy... es especial, diferente. 

Reconozco que, aunque no lo diga, toda esta situación me supera. Bueno, a mí y a todos, creo, porque no estamos preparados para afrontar una crisis de semejante magnitud ni dispuestos a renunciar a algunos aspectos de nuestra cómoda vida. Confundimos "aislamiento" y "quedarse en casa" con "vacaciones" y "me voy p'al pueblo" sin darnos cuenta que en vez de huir del contagio, lo que haremos es repartirlo allá por donde vayamos. No digo que todo el mundo lo haga o esté contagiado, ni mucho menos. Pero las autoridades sanitarias, las únicas a las que deberíamos hacer caso, nos han repetido de todas las maneras posibles, que el dichoso Covid19 tarda en manifestarse y que la mayoría de personas lo sufrirán sin darse cuenta siquiera. Podría pasar por un simple resfriado... aunque con el nivel de psicosis que arrastramos, y que cada día sube un puntito o dos, un estornudo por alergia al polen probablemente nos impulse a acudir corriendo a urgencias. No me corresponde a mí decirlo pero, por favor, usad la cabeza y los medios que las autoridades recomiendan y no colapséis los servicios sanitarios sin motivo porque podéis provocar que quien realmente lo necesita se quede sin atención médica. Yo no sé vosotros pero yo no podría vivir pensando que por mi culpa, un infarto o un herido en accidente no ha podido ser atendido y, quizá, ha muerto. Llamadme alarmista, histérica, tía loca o lo que os de la gana. Cada cual con su conciencia, yo tengo que vivir con la mía.