jueves, 25 de marzo de 2021

PÉRDIDAS


El deseo es construir pérdidas, incluso cuando no todo está perdido.
 
Será la experiencia, o el miedo, lo que me inclina a empezar a despedirme en el momento que algo comienza. Por muy bien que vayan las cosas, siempre me imagino lo peor. Lo gracioso es que, a pesar de todas las señales de alarma, sigo adelante; lo menos gracioso es que no suelo equivocarme y, tarde o temprano, acabo por estrellarme. Aun sabiendo que lo voy a hacer, sigo adelante hasta que ya no queda más camino que rendirse. Pero ¿sabéis que os digo? Que me importa un pimiento. Que me quiten lo bailao, como dicen por ahí, porque algunos de esos bailes han sido al ritmo de una música maravillosa y perfecta. Incluso cuando deja de serlo, sigue siéndolo. Así soy yo, pura contradicción. Prefiero tener momentos robados, pequeños instantes de luz que me ayudan a seguir adelante, a no sentir nada en absoluto. De todas formas, creo que jamás sería capaz de algo así. Lo he intentado, de verdad que lo he intentado una y otra vez. Cuando una historia se acaba, me siento en un rincón a lamerme las heridas y a jurar que nunca, nunca más volveré a dejarme llevar. Ese "nunca, nunca más" dura exactamente lo que tarda en aparecer alguien que, de repente, hace que se me acelere el corazón o la piel se me erice. Entonces, vuelvo a la casilla de salida y empiezo a jugar de nuevo. Al fin y al cabo, ¿qué es la vida sino un juego en el que vamos improvisando las reglas según avanzamos? Ganar o perder cada día me parece menos importante; no sirve de nada si no lo sientes. 

Aunque duela, siéntelo. Ya vendrán tiempos mejores. 

 Mjo
 
(No sé cuándo escribí esto, pero estaba olvidado en la carpeta de borradores y hoy, que me dio por repasarla, me apeteció colgarlo tal y como estaba. Supongo que en su momento debía tener sentido y quizá, en un futuro, también lo tendrá, pero no hoy. No ahora)