viernes, 28 de agosto de 2020

SEPTIEMBRE


Hay algo en el cielo, antes de una tormenta o de que llegue la lluvia, tan deseada, extraña, fuera de lugar y, al mismo tiempo, tan dueña de todo... Hay algo en esa especie de calma tensa, en el aire cargado de electricidad que precede al primer estallido de luz y al sonido del trueno que marcará el sendero a los que seguirán. Hay algo en mí que encaja con ese ambiente.

Me fundo con el color metálico de las nubes que se van hinchando, me escondo detrás de las temperaturas que descienden y provocan estremecimientos, a medio camino entre el placer y el miedo, en la piel demasiado expuesta, que todavía huele a verano, a sol, a sal, a arena de playa, a piedras de río, a sueños y, a veces, a recuerdos y olvidos. Desaparezco y me vuelvo primitiva, antigua, instintiva. Huelo el agua en cada ráfaga de viento, dejo que me llene de vida y deseo, me enciendo, me abro y me vacío, me trago las ganas de reír, llorar, gritar a todo pulmón. Invoco fuerzas que no puedo ver, pero  las intuyo, y dejo que ejerzan su magia, que actúe la bruja que, quizá, una vez fui,  y me rindo a la vida. 

¿No lo sientes? ¿De verdad que no lo sientes? 

Vuelve septiembre. Vuelvo yo.


Mjo