miércoles, 28 de diciembre de 2016

PRINCESS LEIA

He leído por ahí que "Star Wars" se estrenó en España el 7 de noviembre de 1977. Ocurre que el siete es mi número favorito, a ver si va a ser incoscientemente por eso... Pero no me distraigais. No creo que la viera de estreno ni por casualidad, recuerdo que fue en un cine de Cornellá y seguro que tardó un poco en llegar hasta allí. Así que haciendo cuentas, calculo que mi madre tuvo la feliz idea de llevarme al Sandor (creo que así se llamaba el cine) una tarde cualquiera cuando yo tenía unos siete o, quizá, ocho años. Por qué eligió ese plan y no llevarme al parque a trotar y agotarme para que durmiera la noche entera por una vez, es un misterio para mí pero jamás seré capaz de expresarle mi agradecimiento. Alguna vez la he oído decir que fue la primera vez que estuve quieta y callada durante más de cinco minutos sin amenaza alguna. No puedo explicar qué sentí pero salí del cine transformada, enamorada del rubiazo de Luke, con esos ojos azules de cachorro desangelado, y secretamente seducida por la respiración medio ahogada de Darth Vader, tan alto, tan misterioso, tan canalla él. En verano me juntaba con mis primos en un pequeño pueblo donde las calles nos pertenecían y allí teníamos dos juegos estrella: Los Ángeles de Charlie (donde siempre me tocaba ser la fea de Sabrina) y La Guerra de las Galaxias (eso de Star Wars vino mucho, mucho más tarde). Yo quería ser Darth Vader pero como era la única niña, siempre me tocaba hacer de Leia. Resignada, iba a casa, mi madre me peinaba con dos espléndidas ensaimadas sobre las orejas y me lanzaba a la calle a pegar gritos y fingir que consquistaba la galaxia. ¿Cuál? No sé, una cualquiera... Acabé cogiéndole cariño a esa princesa tan poco principesca, siempre peleando, capaz de plantarle cara al geta de Solo aunque al final cayera rendida a sus pies de mercenario, tan guapa con sus moños o las trenzas alrededor de la cabeza. Y valiente, tan valiente como cualquier hombre. La admiraba y por eso me esforzaba en interpretarla de la mejor manera posible. Espero haber estado a la altura alguna vez... La segunda película que vi en una sala grande fue "El libro de la Selva" de Disney y aunque disfruté de la experiencia, no fue igual. La serpiente con sinusitis no llegaba a la altura de Vader ni aunque se tiñera de negro, aunque a ratos respiraran igual.

La cuestión es que esa primera vez, como todas las primeras veces que realmente merecen hacerse un hueco en nuestra memoria, me marcó para siempre. Star Wars es mi saga favorita, todavía me dan arrebatos y me paso un fin de semana de marathon con todas las películas, incluidas las "nuevas" que sin poder hacer sombra a las originales tienen su "aquello" que me enganchan (Ewan McGregor, se llama el "aquello" en cuestión), y escuchar la Marcha Imperial me pone la piel de gallina siempre. Con el tiempo, Luke perdió el brillo de su melena rubia de angel interestelar, Han Solo se calzó un fedora y se dedicó a desenterrar reliquias por el mundo, Yoda murió, a C3PO le chirriaban los muelles, la Estrella de la Muerte explotó, los cazas regresaron a los hangares y, en fin, todo cambió. Incluso yo. Sin embargo, confieso que cuando enciendo el DVD y apago las luces del salón, yo desaparezco. En mi sofá se sienta de nuevo la niña de entonces, con los ojos igual de abiertos que aquella lejana tarde, y vuelvo a emocionarme.

Hay películas y personajes que se te meten bajo la piel y se quedan a vivir contigo para siempre. Me ocurrió con "El Club de los Poetas Muertos" y el maravilloso profesor Keating; cuando Robin Williams murió, perdí un referente en la gran pantalla y, de alguna manera, en mis años de post-adolescencia. Ayer, al enterarme que había muerto Carrie Fisher, sentí algo incluso peor porque no era mi yo adulto el que la perdía si no mi yo niña la que se quedaba sin ella. Leia fue su gran papel en la gran pantalla pero fuera de ella tuvo que lidiar con muchos demonios, demasiados, pero jamás bajó los brazos y ni se ocultó. Fue valiente con una pistola láser y también enfrentando sus abismos. No sé la de mensajes de condolencia habré leído ni la de imágenes de homenaje que habrán cruzado la red en estas horas, pero seguro que allí donde esté ha sentido el lamento de toda una generación, la mía, que creció pendiente de sus aventuras pero también de las que vinieron después porque Star Wars no es sólo una saga de películas de ciencia ficción. Su dimensión va más allá de lo que yo soy capaz de expresar pero aquellos que compartan mi fascinación sabrán de lo que hablo. Y los que no, que me llamen friki, que con mucho orgullo les diré que tienen razón.

Adios, Carrie Fisher, gracias por todo. Hola, Leia, estrella para siempre. 

Mjo