martes, 24 de septiembre de 2019

OTOÑO

"Septiembre tiene algo de inexplicable, algo de muda de piel, de transicion, algo indefinible entre la nostalgia, el regreso y la despedida. Ni sabría decir el qué. Es algo, como una sensación de viaje del que nunca debimos regresar" (Marwan)


Septiembre es mi mes. Un uno de septiembre nací yo, nueve meses y tres días después de la boda de mis padres. Un mes de septiembre hice esa maldita-maravillosa transición de niña a mujer. Un mes de septiembre llegó mi primera vez. En septiembre he perdido amores y encontrados amigos. En
septiembre me he vuelto a encontrar después de veranos locos, de descubrimientos, aburridos, solitarios, de vacaciones o trabajados. En septiembre vuelvo a ser un poco yo, no del todo, pero empiezo a regresar de los viajes astrales que me pego por la vida y recupero la rutina. Me gusta mi mes porque inauguramos el otoño; el sol sale más tarde y se oculta antes, regalándome amaneceres y puestas de sol dignas de ser contempladas sin decir ni una palabra. Hay tormentas, salvajes y repentinas, y se acompasa mi ritmo con el de la lluvia, los relámpagos y los truenos. Cambio la piel en septiembre, olvido errores y aciertos, busco razones y no siempre las encuentro, me aferro a antiguos vicios y los pongo bajo el microscopio por si todavía tienen algo de vida. Intento no perder la sonrisa y contesto automáticamente "Estoy bien" cada vez que alguien me pregunta; todavía lloro en privado; es el único coto al que nadie, o casi nadie, tiene acceso. En septiembre empiezan a cambiar los colores, hay rojo por todas partes, como mi pelo. Como mis labios casi cada día. Yo soy septiembre de principio a fin.