sábado, 28 de marzo de 2020

CONFINADOS (3)

Catorce días metida en casa y la necesidad de contacto humano, de sentir el contacto de otra piel, empieza a ser desesperante. No pienso en sexo (que también) pero, ahora mismo, mataría por un abrazo. Sólo eso: un abrazo. Uno de esos que empiezan fuertes, que te hacen crujir las costillas, y según se van alargando, aflojan la presión y se convierten en apoyo sólido, cálido, cómodo. Vamos, que se transforma en el único sitio en el que te quedarías a vivir sin pensarlo mucho. Pienso en los abrazos de mis padres, que me dan sensación de hogar y pertenencia; los de mi hermana, que van más allá de los lazos de sangre. Los abrazos de Cillian, tiernos y desinteresados (casi siempre jajaja). Los de mis amigas, que me dan la bienvenida a un mundo que nos pertenece sólo a nosotras. Y otros, que son privados y únicos. Los necesito todos. Los echo de menos todos.