Me despierto del todo, como cada
mañana, después de la tercera alarma. Puede sonar exagerado, pero soy incapaz
de salir de la cama antes de que suene, por orden y en intervalos de quince
minutos, la banda sonora de “The Mandalorian”, “Stranger Things” y Blaumut.
Entonces sí; me destapo, me quejo del frío o el calor, hago recuento de mis
dolores y me giro hacia tu lado de la almohada. Está vacío, como siempre, y
frío, porque hace mucho tiempo que te fuiste. No acabo de entender esta manía
tuya de levantarte tan temprano ni tan rápido, aunque he acabado por
acostumbrarme a empezar el día echándote de menos.