sábado, 5 de noviembre de 2016

CRONICA DE UN VIAJE (día 3)

  5- OCTUBRE - 2016, Miércoles  (Santa Croce, Ufizzi, visitas nocturnas)    


Santa Croce, fachada
Dante, tan serio y formal...

No es bueno empezar el día corriendo como una loca. Estaba convencida que tenía la entrada reservada para la Santa Croce a las 10 y no, es para las 10:30 h. Resultado: he salido del hotel algo más tarde de lo que quería y, plano en mano, me he lanzado a la calle. Para nada porque he vuelto a perderme y he tenido que preguntar dos veces. Total, que he ido pasando por calles estrechas, he sorteado conductores que respetan poco o nada las normas de circulación, he encontrado (otra vez) la Chiesa de Dante (tengo que ir a decirle un par de cositas a Beatrice) y cuando creí que no llegaría a tiempo, he salido a la plaza de la iglesia y he encontrado la entrada justo cuando daban las diez de la mañana. Dispárame, por favor, ¡estoy destrozada!

Voy a hacerle fotos a la estatua de Dante. ¡Creo que voy dominando el palo-selfie poco a poco!
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En el patio de la Santa Croce (¡claustro, se llama claustro!) donde todo era silencio hasta que salió el grupo de japoneses de turno y lo estropeó todo. Aún así, hay paz. El sol calienta de lo lindo y es el sitio perfecto para sentarme un rato y escribir.

Galileo Galilei
Nave central de la Santa Croce, de Brunelleschi
Esta iglesia es puro lujo y sus paredes están llenas de historia y nombres ilustres. Aquí reposan los restos de Michelangelo, Machiavelo, Galileo, Rossini y aunque Dante no está aquí, también tiene su huequito en un lateral.  El catálogo de esculturas es impresionante, no sé con cuál me quedaría. ¿Las musas dolientes por la muerte de Dante o las guardianas del talento de Michelangelo? Mmmm... difícil elección. Lo cierto es que puedes pasar mucho tiempo observándolas, incluso las más sencillas rozan la perfección.

Michelangelo
Dante
Un consejo: está bien que te distraigas mirando las paredes pero no pierdas de vista el suelo, que está cubierto por lápidas con las formas de los cuerpos talladas y algunas son ligeramente traicioneras. La última vez que vine tropece con la punta de unos escarpines que sobresalían y casi me doy de morros contra el mármol. Creo que fue la venganza de la fallecida por algún comentario graciosito que debí soltar, mi hermana todavía se ríe cuando se acuerda. Ahora casi todas están señaladas para evitar accidentes pero yo, por si acaso, te aconsejo que no te despistes demasiado y mires por dónde pisas. Así saldrás ileso y, además, verás algunas lápidas ciertamente interesantes.

Machiavelli
Después de recorrer la iglesia de punta a cabo, incluyendo las muy interesantes capillas Peruzzi, Bardi, Castellani, Baroncelli, con sus espléndidos frescos de Giotto y Gaddi,  salí al claustro para disfrutar del buen tiempo que Florencia me estaba regalando. Allí está también la capilla de los (infames) Pazzi, que supongo que conserva poco de la época porque me pareció fría e impersonal, aunque tenía varios mosaicos en las paredes que podían ser de Andrea della Robbia, por el estilo. Antes de irme visité el pequeño museo, donde había dos equipos de restauradores trabajando a la vista del público. Me pareció interesante ver el cuidado con el que limpiaban los frescos de las paredes sin importarles ser observados.

Rossini
Ah, otro consejo. En el claustro, en el lado de la derecha, hay un túnel que lleva a una galería con el suelo completamente cubierto de lápidas. Empiezo a pensar que este blog está quedando muy tétrico pero qué le vamos a hacer, en las iglesias te encuentras lo que te encuentras.  Si te da manía o "cosita" pisar las lápidas que te encuentras en los templos antiguos, mejor no te metas aquí. A no ser que quieras hacer de Spiderman, algo que no te resultará sencillo porque también en las paredes hay lápidas.

Mis trastos contra el claustro.
Y ya está. Completada la visita pero todavía me resisto a marcharme. Este claustro me encanta, así que vuelvo sobre mis pasos y me siento un rato a contemplar la gente que va y viene. Se me ocurre que si algún día tuviera la suerte de que me tocara una lotería muy millonaria, me haría una casa con un patio interior de este estilo, con arcadas y columnas, un naranjo o un pozo en el centro y cesped con algunas plantas que en primavera lo llenaran todo de color. Reservaría un rincón para escribir y  hala, a vivir la vida. Qué barato es soñar... Mejor me pongo en movimiento, me espera una tarde intensa.

Una de las lápidas del suelo. ¡Ojo con los pies!

Se ve que me sienta bien la Santa Croce (modestia aparte)
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Tumba de Beatrice Portinari, en la Chiesa de Dante
Bicicletas vestidas de primavera
Estupendo. Una hora buscando la Chiesa de Dante y justo cuando iba a ponerme a explicarle a Beatrice Portinari que no me había hecho mucho (ninguno) caso la última vez, invade el lugar una manada de estudiantes con su guía y se acaba la paz. Encima no hablan ningún idioma que yo entienda así que no puedi ni aprovechar las explicaciones que están dando. ¡Ah, mira! Entendí "comedia", "Dante", "Beatrice" y "Giovanni Boccaccio". Lástima que me pierda el resto, seguro que todo junto tiene sentido. En fin, ya volveré luego. Me voy a comer. Hoy toca pasta, a ver si encuentro un sitio en no me cueste un huevo.
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Me he sentado en las escaleras del Museo del Ufizzi a esperar que llegue la hora de entrada. ¿De dónde sale toda esta gente? Me aprece increíble la cantidad de personas que se mueve a mi alrededor. Se escuchan mil idiomas diferentes, se ven casi todas las razas y, por goleada, ganan los japoneses. O los chinos. Da igual, los de los ojos chiquininos que dice mi madre. Te los encuentras en todas partes. ¡En San Miniato al Monte ayer había una boda! Y se les ve el dinero desde lejos. Me pregunto cómo debe ser viajar sin tener que preocuparte de gastar más o menos... A estas alturas del viaje, creo que necesitaría una nueva maleta para cargar con mis compras.

Detrás de mi, un guía intenta convencer a una pareja para hacer una visita al Ufizzi y por Dios que se esfuerza. Por desgracia, no lo consigue. La pareja se va con cara de "no me comas la olla" y el guía parte a buscar otra víctima potencial. Yo voy a ver si ya puedo coger mi entrada, tengo muchas cosas que ver y no quiero perder ni un minuto más del necesario. Cuando quiera hacer cola, ¡me iré a Port Aventura!

Claro que si quiere guiarme el muy atractivo guía que hay por aquí, bueno, pues oye... igual me dejo. Qué monada de hombre.
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Mientras espero, observo a los turistas que hacen cola para entrar. Está la típica pareja de ex-hippies que se ha quitado las flores pero sigue conservando el aire bohemio. La combinación de colores duele a la vista. Una pareja de viaje de novios, imagino, porque no tienen ojos para nada más que ellos mismos. Qué lástima de viaje, no sé si lo van a aprovechar demasiado (sí, los odio, ¿y qué?). Los japoneses con todo el arsenal de tecnología disponible: tablet, móvil, megacámara y cacharrito con auriculares donde, imagino, alguien les cuenta dónde están y qué pasó en ese lugar exacto hace cientos de años. Oh, el inefable grupo de turistas con guía gritón que, por supuesto, habla raro; éste lleva un Mario Bros pinchado en un palo para que nadie se despiste. Cinco minutos de rollo y hala, ¡al Ponte Vecchio!

Un minicamión de basuras se para delante. En el lateral dice "Keep me clean! Con amore, Firenze". Si no se puede con la fuerza, a ver si el amor consigue que la gente sea un poco menos guarra.

Mira, se acercan los abuelos irredentos que se sostienen el uno al otro porque el asfalto del Piazzale degli Ufizzi es antiguo y traicionero. Con paso lento pero seguro llegan a las escaleras de acceso. En una mano, la entrada y en la otra, ellos. Me pregunto cuánto tiempo llevarán juntos. Como estoy un poco anti-romance ahora mismo, me da por pensar que no se cogen por amor sino para asegurar sus pasos pero me arrepiento enseguida. Que a mi me vaya mal no significa que el resto del mundo le vaya igual. Este egocentrismo mío...

Ajá. Faltaba la asiática del paraguas. Por Dios, qué manía. Si hubieran venido antes y sólo hubieran visto lluvia, agradecerían este sol de la Toscana que calienta la piel y el alma.

Mejor voy ya a por las entradas que me estoy poniendo ñoña.
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Llevo un lío con los horarios... si normalmente me despisto, ahora ni te cuento. Tengo entrada de 15:15 a 15:30, no a las 15 h en punto. Cómo se alargan los minutos a veces. Puñetas.
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Ahora en serio. Que alguien me dispare de una vez. Ayer cambié la hora del reloj porque en San Marco vi que la llevaba atrasada. Bueno, ¡pues mal hecho porque la llevaba bien! Llevo todo el día llegando a los sitios mucho antes de lo que debería y, claro, también me levanté antes. Con razón no había nadie desayunando cuando bajé. De verdad que me dan ganas de echarme a llorar. ¿A qué hora me he comido los spaghetti carbonara? A las 12:30, muy americano todo. ¿Ves como tengo razón? En fin, voy a tomarme otro café, a ver si espabilo.
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Pasillo del Ufizzi
Sala del Ufizzi
Ahora mismo me gustaría ser capaz no ya de pintar, sino de esbozar algo. Estoy sentada en la terraza del Museo Degli Ufizzi, con la Torre Della Signoria a un tiro (largo) de piedra, tomándome un capuccino con carquinyolis (que les llamarán biscotti di Prato pero son carquinyolis de toda la vida) por lo que voy a pagar lo que no tengo pero me da igual. Vale la pena el gasto. Esta noche, barrita de cereales y agua para cenar y compensado el gasto. Ahora suenan las campanas del Duomo. ¡Estoy a punto de tener un arrebato espiritual que pa qué!

Botticelli, "La Calumnia"
Me he hecho amiga de un par de gorriones con los que estoy compartiendo la merienda; se me quedan mirando hasta que les hecho unas migas. Claro que las palomas también se apuntan a la fiesta pero, lo siento por ellas, ya no queda nada más que echar.

Botticelli, "El nacimiento de Venus"
Capuccino con vistas

Echo de menos a mi hermana. Hoy habría disfrutado un montón, por fin podría haber visto las obras de Botticelli sin niños gritones que molestaran. Eso sí, la lucha para llegar a los cuadros ha sido leonina. ¿Por qué algunas personas necesitan "subirse" al cuadro para verlo? ¡Por Dios, ni que fueran a contar las pinceladas! Pero con paciencia, y algo de impertinencia (no lo voy a negar), he conseguido hacer fotos y creo que alguna es buena. Teniendo en cuenta que son con el móvil y teniendo una la gracia que tiene, claro. Ahora voy a pagar y a seguir con la visita. Faltan los Leonardos, entre otros.

Leonardo Da Vinci, "Anunciación"
Por cierto, tengo que acordarme de comentar con Sonia la muchísima gente que me encuentro en todas partes. Vale que vinimos en febrero y hacía frío, llovía, pero no había ni la mitad de personas que ahora. La Santa Croce la vimos solas y en el Ufizzi, exceptuando ciertas salas, tampoco encontramos tanta gente pero ahora... qué exageración. Igual lo recuerdo mal, lo comentaré con ella a ver si tiene la misma impresión que yo.
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Acabé paseando por la ciudad cuando salí del museo. Empezaba a caer la noche y pensé que sería una buena idea verla bajo esa luz. Y no me he equivocado. He ido hasta el Ponte Vecchio, lo he atravesado y, siguiendo el otro lado del Arno, he ido andando hasta el puente anterior. Las vistas desde allí eran preciosas, he hecho un montón de fotos que espero que se vean medianamente bien. Después he vuelto a "lado conocido" y he vuelto hasta el Piazzale degli Uffizi, a seguir el camino habitual de vuelta al hotel. Pasé por la Piazza de la Signoria, que se veía preciosa iluminada, y había un señor tocando la guitarra. Estaba a punto de salir de la Piazza y empezó a sonar la música del "Romeo y Julieta" de Zeffirelli (una de mis películas favoritas) y volví a sacar el móvil para grabar el momento. Fue impresionante. Llegué a la Piazza del Duomo y bueno, vale, sí. Ya sé lo que estareis pensando y sí, he vuelto a perderme pero oye, que preguntando se llega a todas partes y la gente siempre es amable si te esfuerzas por hablar su idioma. Aunque no lo hagas bien, jajajaja! De camino compré algo para cenar en el hotel y ya está. Hasta mañana. Se me cierran los ojos.

mjo