jueves, 10 de marzo de 2016

BROOKLYN FOLLIES (O de cómo Mr Auster me hizo pensar)


"El Auster más espléndido, donde los esfuerzos de la escritura se convierten en una prosa maravillosamente fluida. Y todo el libro es una poderosa meditación sobre la felicidad y los años que nos acorralan. Esta soberbia novela sobre la locura humana resulta ser muy sabia..." (Alastair Sooke, crítico de New Statesman)

Ya había leído la novela de Paul Auster, justo cuando salió al mercado, y me conquistó desde la primera línea. Es fácil de leer y entender, uno de esos textos que dicen muchas cosas sin apenas enredarte. Buenos personajes, buenos diálogos, buenas situaciones. Os la recomiendo.

Nathan, el protagonista, dice en un determinado momento "Cada hombre contiene varios hombres en su interior, y la mayoría de nosotros saltamos de uno a otro sin saber jamás quiénes somos".

Ni dónde vamos ni si llegaremos alguna vez, ni siquiera podemos estar seguros de quedarnos en ese misterioso lugar si es que lo encontramos... La vida es una secuencia de cambios, a veces demasiado rápidos para hacernos a la idea. En cambio, otras veces va todo tan lento que no se percibe movimiento alguno. Sólo vemos el compás del tiempo en un reloj de muñeca (tic tac, tic tac) tan leve que ni lo oímos.

Jim Morrison escribió, en "When the music is over", que querían el mundo y lo querían ya. Nosotros también y, a ser posible, sin que nos cueste demasiado esfuerzo conseguirlo. Ya no hay verano del amor, los hijos de las flores son imágenes del pasado y el mayo del 68 hace tiempo que acabó.

Me siento fuera de lugar, extraña en un mundo que rara vez entiendo, ajena a cualquier cosa que no sea lo que los demás esperan que haga, andando a golpes de rutina por un camino de ladrillos amarillos que no lleva al reino mágico de Oz. No tengo Guía Michelin plagada de estrellas ni brújula que señale el Norte. Si me encuentro en una encrucijada, me siento a examinar las posibilidades para elegir un sendero que nunca estoy segura que sea el bueno, no sé leer las señales. Las cosas no siempre son fáciles, eso lo sé, pero ¿deben ser siempre tan difíciles? Quizá son pruebas de madurez y alguna vez las superaré con nota. No puedo vivir siempre de prestado, pasando el examen justito  y descubriendo después que no hice todo lo que podía.

Si tienes miedo... grita, canta, baila, anda, mírale a los ojos, habla, respira, silba, cierra los ojos, reza, cuéntale una historia, llora, golpéale, hazle sudar, da un paso atrás sólo para coger carrerilla... Haz lo que quieras pero jamás huyas porque entonces habrás perdido. Y ese sí que es el principio del final.


Mjo
Febrero-2009