martes, 26 de abril de 2016

EXORCISMO


Alguien mencionó hace poco la palabra "nostalgia" y dijo que era la primera vez que la sentía. Qué suerte, pensé, yo la vivo demasiado de un tiempo a esta parte. Nostalgia de tiempos mejores, cuando la única preocupación era aprobar todas las asignaturas y disfrutar de un verano al sol. ¿Dónde se fueron esos días?

Recuerdo que no parecía importar nada, ni las horas ni el dolor, y tenía prisa por crecer. No me alcanzaban los días para aprender y las noches eran demasiado cortas. ¿Qué fue de aquella niña que no podía esperar a que llegara el primer beso y todos los demás? ¿Dónde se quedó la ilusión de las primeras caricias, los sueños compartidos y las risas a media luz? ¿Cuándo perdí la inocencia y dejé de creer? ¿Quién tuvo la culpa? Probablemente yo, porque dejé de confiar en la persona que me miraba desde el otro lado del espejo y presté oídos a lo que otros me dijeron. Tonta, fea, buena para nada, dulce y cariñosa pero sin nada que destacar. Mal, mal, mal. Ellos tiraron las primeras piedras pero yo lancé la ofensiva final y gané. Gané y me perdí.

Un día vi mi reflejo en un cristal, no supe reconocerme y me dio igual. Otro día puse un cuchillo en la muñeca y pensé "¿me echará alguien de menos si me rindo y desaparezco?" En mi cabeza sonó la alarma de mil incendios y desperté. El cuchillo volvió a su sitio y yo busqué ayuda, alguien que no me conociera y fuera capaz de ver más allá de mi cara y mis palabras. Alguien que detectara el miedo y me obligara a enfrentarme a él, a los que tanto se empeñaban en cerrarme puertas y ventanas. A mí. Fueron dos años de largas sesiones en secreto, como casi todo lo que importa; dos años de lágrimas, de verdades como puños que dolían como puñaladas, de aprender a decir "no" desterrando la culpa y la vergüenza. Dos años de pérdidas vividas por segunda vez, de traiciones a mi espalda, de luces y sombras. Cambié la piel una y mil veces, arrastrando todas las heridas, buscando una voz que fuera realmente mía. Y la encontré, aunque no siempre sea capaz de usarla  porque sigo poniendo por delante la felicidad de otros. Si ellos sonríen, yo puedo sonreír en paz. Si ellos padecen, yo sufro su tormento y el mío. Algunos vicios nunca se superan, sólo aprendemos a esconderlos mejor.

Pero sobreviví a todo eso, salí del círculo vicioso en el que me había acostumbrado a vivir y empecé a andar, a tropezones pero libre. Con cicatrices pero entera. No feliz pero a veces... A veces rozo la felicidad y me invade la alegría y puedo sentir que mi vida tiene un propósito que se esconde en algún lugar y que si no me rindo, si sigo adelante, seré capaz de encontrarlo y, entonces sí, podré sentarme a descansar. A solas o quizá al lado de una persona que pueda verme tal y como soy, que me acepte y me quiera por dentro y por fuera porque tengo mucho que ofrecer y me queda un universo de cosas que aprender y enseñar.

Creí que lo había encontrado, de verdad que lo pensé durante unos meses. Después reventó la burbuja y se reveló el espejismo. Desde entonces ando en carne viva, intentado recuperar el equilibrio. Sé que estoy saliendo del laberinto. Algunos días creo haber encontrado el camino y otros... Bueno, otros vuelvo atrás y me pierdo de nuevo. Tengo la sensación de luchar con los ojos vendados, contra mi misma. No sé cómo arrancarme esta historia, que llevo tan a flor de piel que si rasco un poquito, se desborda y me inunda de recuerdos felices y finales amargos. Necesito un exorcismo de la carne y el alma, un ritual que me deje limpia, con las heridas cicatrizadas. No me importan las cicatrices, dicen que luché y vencí aunque por el camino me dejara algo. Pero tengo que hacer algo antes de sentirme demasiado cómoda en este rincón y abandone todo intento de salir a la luz de nuevo.

Se me ocurrió escribirlo, convertir la experiencia en una nube de palabras desordenadas que le den sentido al "antes" y me ayuden a transitar por el "después".  Mi exorcismo de tinta y papel, mi válvula de escape. Y quién sabe si no mi salvación...

Por si acaso y mientras tanto, disculpen las molestias, sean compasivos, no me juzguen con demasiada dureza y recuerden que la sinceridad puede matar con tanta eficacia como la mentira descubierta.

Mjo
26-04-2016