domingo, 13 de noviembre de 2016

CRONICA DE UN VIAJE (5)

  7 - OCTUBRE - 2016, Viernes (Villa Medici, Fiesole, Duomo)    


Por Dios, ¡qué odisea para coger el autobús hasta Fiesole! Por un día que no me pierdo para llegar al sitio...

Anoche le pregunté al recepcionista dónde tenía que coger el autobús y me dijo que en la Piazza San Marco, el nº 7. Genial, porque llegar hasta allí sera camino conocido así que sin problemas. O eso creía yo.

Al llegar a laPiazza había una manifestación de estudiantes, así que estaba llena a petar. Para colmo, encuentro la parada y, sorpresa, ¡está chiusa! Hay obras en la zona y han cerrado la parada. Opté por la salida fácil y pregunté a un policia y a un señor que, muy amable, me dijo dónde cogerlo después de dar una vuelta entera a la plaza. Encuentro la parada, llego justo cuando el bus está a punto de salir, subo de un (grácil) salto y la conductora me dice que no tiene billetes. Ante mi cara de pasmo, me dice que que vuelva a la plaza y pruebe en la caseta o en la máquina que hay al lado. Me bajo mientras me pregunto ¿COMO ES POSIBLE QUE NO TENGAN BILLETES EN EL AUTOBUS? En fin, vuelvo a la piazza, encuentro la máquina, compro el billete y deshago el camino hasta la parada. Por suerte, el siguiente autobús ha venido en diez minutos y no he tenido más líos. Ahora voy de camino a Fiesole, no llueve y parece que el sol quiere salir. Las cosas mejoran.
*********************************************************************************
Entrada principal de Villa Medici, Fiesole
Esta visita la haré sola, sola de verdad. Al llegar a la Villa Medici, que me ha costado un poco encontrar, me han entregado un pequeño plano de los jardines, la única parte que está abierta al público. La casa, por ser de propiedad privada, queda fuera de mi alcance. También me han dejado un libro que cuenta la historia de la villa desde su construcción, parece interesante pero al estar escrito en italiano e inglés, me servirá de poco más que de guía.
Primer jardín

Los jardines están dispuestos en tres terrazas. El primero, situado delante de la casa, es una extensión rectangular con limoneros pequeños dispuestos en grandes maceteros y cesped bien cuidado. A un lado, algo más elevado, una pequeña alameda bordeada de rosales recién podados. Al otro... unas vistas increíbles de todo el valle con Firenze en el horizonte. No vivían mal estos Medici, pero nada, nada mal. Lo mejor de todo es el silencio, roto sólo por el trino de algunos pájaros y el motor distante de los coches que suben o bajan al pueblo.

Segundo jardín
El siguiente jardín es, para mi gusto, mucho más hermoso y privado. No sé si pertenece a lo que parecen dos viviendas pero me costó muy poco imaginarme viviendo allí. De verdad que se respira tranquilidad en esta zona, con su diseño geométrico y sus flores poniendo un toque de discreto color en los setos bien recortados. Delante de la casa de la derecha había una mesa y varias sillas de jardín. Me dieron ganas de bajar, sentarme y disfrutar del paisaje, pero no lo hice porque no se podía pasar, así que seguí el camino y salí al último rincón, al final de la terraza inferior. Aquí sí, me he quitado la chaqueta porque el sol apretaba, he abierto el libro y, al llegar a un punto en concreto,  mi imaginación ha echado a volar obligándome a sacar la libreta y ponerme a escribir.

Sueña. Imagina. Escribe.
Estoy en Villa Medici, en Fiesole, viendo lo mismo que, con los cambios lógicos por el paso del tiempo, Lorenzo il Magnifico veía al asomarse por la ventana de su habitación. En el libro hay una foto tomada desde ese punto. Tomando como referencia el Duomo y su Cúpula, he conseguido localizarla y estoy asquerosamente emocionada. Aún a riesgo que alguien piense que estoy como una cabra, no sin razón, estoy invocando con la mente el espíritu de Lorenzo pero debe andar liado y, de momento, no aparece. O quizá está leyendo por encima por encima de mi hombro, sin entender más que su nombre, preguntándose qué hace esta extranjera que desde ayer le sigue por toda la ciudad, que estuvo a punto de llorar al ver su tumba y hoy de nuevo se le saltan las lágrimas al cruzar sus jardines.

"¿Qué querrá de mi? ¿Dinero, tierras, un título?" se preguntará. Pero la respuesta es mucho más sencilla: quiero viajar en el tiempo hasta su época, vivir Firenze tal y como era cuando él gobernaba. Me gustaría conocer a Donatello, Pico Della Mirandola, Botticelli, Michelangelo, Leonardo y a tantos otros. Quisiera ver un Palio en la Piazza della Santa Croce y disfrutar de un scoppio del carro, en Semana Santa, con sus desfiles de hombres solemnes. Quiero vivir un carnaval en sus calles y estar en el Duomo cuando los Pazzi ataquen y después ver cómo se toma la justicia el pueblo en la Piazza de la Signoria y el Palazzo Vecchio. Quiero llorar a Giuliano y ver a Madonna Lucrezia mantener el tipo. Me gustaría ver cómo el Davide cruza la ciudad entera para presidir la Piazza, en una caravana de cinco días que asombró a todas sus gentes.

Pero sobre todas las cosas, quiero sentarme aquí, en este jardín silencioso, y disfrutar de un buen vino toscano mientras Lorenzo y su Accademia Platoniana discuten de filosofía, intentando cambiar el mundo o, al menos, hacerlo más hermoso. Prometo no contárselo a nadie cuando vuelva, sería un secreto entre Il Magnifico y yo. ¿Me llevas, Lorenzo, sólo por unas horas?

Se oyen las campanas desde Fiesole y, algo más lejos, las de Firenze. Más vale que vuelva a la realidad.
Firenze, vista desde los jardines de la Villa Medici de Fiesole
********************************************************************************
Estaba repasando lo que escribí hoy de la visita a Fiesole y me acordé que hay otra villa Medici en Careggi. Se me ocurrió mirar si estaba muy lejos de aquí y está a 20 minutos. El bus se coge detrás del hotel. No hay que pagar entrada. Y si me quedo por aquí, gastaré más dinero. Así que creo que voy a ir a verla mañana por la mañana. Puedo volver para comer, comprar lo que me queda y volver a tiempo para ir al aeropuerto. Pues ya está, mañana ¡a Careggi!
********************************************************************************
Mis tres velas en el Duomo
Dante, restaurado
He pasado la tarde en el Duomo, que es lo que me faltaba por visitar. Después del silencio de esta mañana, el ruido de la Piazza. Qué contraste. Hago un ratito de cola y cuando entro, como era de esperar, me encuentro con un montón de gente que, como yo,  se dedica a dar vueltas siguiendo la ruta más o menos marcada. Lo que más miradas atrae es, inevitablemente, la Cúpula y sus magníficos frescos. A pesar de haberlos visto de cerca hace dos o tres días, me siguen pareciendo espectaculares. Me entretengo haciendo fotos de todas las zonas, rezando para que alguna valga la pena. En el móvil se ven bastante bien pero me da miedo que al ampliarlas se vean pixeladas, borrosas, porque me gustaría hacer un album cuando vuelva. Da igual, ya lo pensaré.

Suelo del Duomo
Suelo del Duomo
El cuadro de Dante, con la ciudad de Firenze a un lado y su colina con los siete pecados de "La Divina Comedia", tiene mejor pinta que la última vez; los colores se ven más vivos y se distinguen mucho mejor las figuras. Seguramente lo habrán restaurado. En uno de los candelabros enciendo tres velas que pongo juntas en un rincón, nunca está de más un poquito de ayuda divina. Y sigo con la visita, mirando tanto a las alturas como al mismo suelo. Me encanta la disposición de los mármoles siguiendo patrones diferentes en cada zona de la catedral. Cuando me encaminaba hacia la salida, encontré un escudo de los Medici en el suelo y pensé que quizá marcaba el lugar donde Giuliano cayó muerto... pero no he podido encontrar información al respecto.

Suelo del Duomo
Suelo del Duomo
Y salí en busca de la Chiesa de Dante, a ver si por fin podía tener mi conversación pendiente con Beatrice. Esta vez la encontré a la primera pero, por desgracia, estaba cerrada. Voy a tener que dejar la charla aplazada para la próxima ocasión, por esta vez se libra de la regañina.  Así que decido dedicarme a caminar sin rumbo fijo por esa zona de la ciudad. Llego hasta la Piazza della Signoria, entro al Palazzo por un lado y salgo por el contrario y, finalmente, acabo sentada de nuevo en la Loggia. Saco el ebook y me pierdo un rato con Salvo Montalbano. Mis tripas empiezan a quejarse justo cuando el inspector encuentra una pista crucial para resolver el segundo caso del libro, así que recojo el campamento, compro algo para cenar de vuelta al hotel y me tiro en la cama hasta que los culpables son descubiertos y Salvo triunfa.

Mañana, más. Mañana despedida y cierre. Todavía me queda un día y ya me siento muy, muy triste.

Mjo
 




Parte central de la Cúpula