miércoles, 2 de noviembre de 2016

CRONICA DE UN VIAJE (día 1)

   4 - OCTUBRE - 2016, LUNES (Barcelona-Firenze)   

Ya está, llegó el día. Me voy. De verdad que me voy!!! Eso es lo que me vengo repitiendo desde que sonó el despertador hace unas horas. Son las 06:05 de la mañana y estoy sentada en el aeropuerto, esperando que digan en qué puerta me toca embarcar. Creo que la chica del mostrador de Vueling me dijo la B35 pero se me ha olvidado. Qué típico de mi, eh? Al menos hasta ahora no hay retraso en el vuelo, esperemos que siga así.

De momento todo salió bien. Sonó el despertador a la hora que tocaba, salí de casa tal y como había previsto y llegué al aparcamiento donde he dejado el coche sin perderme ni nada. La tarjeta de embarque en el móvil y haber facturado la maleta "on line" lo ha hecho todo mucho más fácil y rápido. He desayunado (pagando un riñón, por cierto) y ahora sólo queda lo más importante: que anuncien la puerta de embarque y el vuelo salga a su hora. Estoy deseando salir ya!

Parece mentira la cantidad de gente que hay a esta hora en el aeropuerto. Me pregunto si alguno se sentirá tan pardillo como yo. Tengo la impresión de que sólo con mirarme sabrán que viajo sola por primera ver y, por debajo de toda la excitación, late un miedo atroz. A qué? A nada en concreto y a todo a la vez. Perderme en la ciudad, quedarme sin poder visitar alguno de los museos porque no hice bien la reserva, gastar demasiado dinero... No sé, todo un universo de cosas en las que intento no pensar pero que se cuelan en mi mente en cuanto me descuido.

Y parece que el vuelo sale a tiempo. Ya estoy dentro, sentada en la cola o casi, acabando de escribir la primera toma de este diario de viaje. Hace un rato fui al Duty Free a comprar un bálsamo de labios y la chica me pidió la tarjeta de embarque. "Destino final, Florencia?" me preguntó. Estuve a punto de decirle "no, destino final: recuperar mi vida", pero igual me toman por loca y no me dejan subir al avión.

Florencia, allá voy!
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Cúpula del Duomo, primer vistazo
Puertas originiales del Battistero


























Conseguí llegar sin perderme, aunque no las tenía todas conmigo y pregunté un par de veces para asegurarme que iba bien. Confieso que cuando he visto la Cúpula al final de la calle se me han saltado las lágrimas. Casi no puedo creerme que estoy realmente aquí!

Para variar, Firenze me recibió con lluvia pero ahora hace sol y calor. Organicé la ropa en el armario y salí del hotel con ganas de comerme un caballo. Qué hambre! Pero se me olvidó todo en cuanto vi que el Duomo estaba al final de la calle. La primera visita fue al Museo, es donde había menos cola. Allí he visto las puertas originales del Battistero, son una maravilla, impresionantes. Después al Battistero por la misma razón: no había que esperar mucho. Ahora estoy comiendo una pizza funghi al tagglio con vistas a los mármoles del Duomo, sonriendo entre bocado y bocado. Aprovecharé la hora de comer del resto de turistas para entrar en la Catedral y subir a la Cúpula, etc. El Campanile lo dejo para mañana porque la entrada para el complejo entero es válida para cuarenta y ocho horas.
Pizza al taglio. Mmmmmmm!!!!!

Me acabo la pizza y andiamo!




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Campanile
Firenze, a mis pies, desde lo más alto del Campanile



















 Cambio de planes. La cola para entrar en la Cúpula era una locura, así que lo cambié por el Campanile. Aguantar al sol ha sido casi peor que la subida. He dicho casi!!!! No recordaba que me costara tanto la otra vez pero claro, pudimos hacer paradas porque estábamos solas. Esta vez había tanta gente que pararse a tomar aliento no era opción. La última parte, en especial, ha sido complicada. El hueco de las escaleras es estrecho y me he encontrado con gente que bajaba. Qué agobio! Tapaban la luz y andaba más pendiente de evitar la parte más estrecha del escalón  que de disfrutar del ascenso. Pero todo se olvida cuando sales al pasillo exterior y Firenze se extiende a tus pies... A pesar del dolor de gemelos, la respiración de abuela y el sudor de la frente, la subida vale la pena. Acabo de renovar mi amor por esta ciudad. Me declaro florentina de corazón desde este mismo instante.

Escaleras del Campanile. 
Y mala persona, porque después de un rato sentada, me puedo concentrar en los resoplidos de la gente que llega con la lengua fuera, la cara roja como si fuera a explotarles y esa mirada de "casi me cuesta la vida pero lo he conseguido!" que, seguramente, se parece bastante a la mía de hace un rato.

Se acabó el relax. Es hora de volver a poner los pies en el suelo. Y buscar un sitio donde comprar un palo-selfie, con todo el dolor de mi corazón!
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Palazzo Vecchio y Loggia Dei Lanzi
Siguiente parada, Loggia dei Lanzi, Piazza della Signoria. Echo de menos a mi hermana. El fin de semana que pasamos aquí es uno de los más bonitos de mi vida, cómo disfrutamos! A pesar del frío y la lluvia, nos lo pasamos de miedo. Supongo que esa es la diferencia entre hacer un viaje por hacerlo y compartir la experiencia con alguien que lo disfruta tanto o más que tú. Algún día volveremos juntas y nos traeremos al seitó, para que conozca de primera mano lo locas que están su madre y su tía y aprenda a amar el arte y la historia en uno de los lugares más hermosos del mundo. Una de dos, o se enamora como nosotras o la odia para siempre.

Palazzo Vecchio y Loggia dei Lanzi
Apenas son las tres de la tarde. Tengo la sensación de llevar horas, días en la ciudad. Ahora voy a entrar en el Palazzo della Signoria, a ver si me concentro y consigo escuchar la voz de Il Magnifico hablándome a través de los siglos. O ver qué pasó aquí cuando los Pazzi quisieron acabar con los Medici. O a Savoranola arder en llamas. O... mejor me voy, tantas cosas empiezan a afectarme el cerebro.

Lo cierto es que estoy disfrutando del día. Empiezo a estar cansada y veo venir un dolor de cabeza esta noche pero como estoy preparada, me tomaré un sobre después de ducharme y ya está. Lástima que no tengo bañera. Me daría un largo baño antes de acostarme y me quedaría tan a gusto. Bueno, pues ducha corta y ya está, que puede hacer el mismo efecto y gasta menos agua. Ahora volveré a la Piazza della Signoria, quiero buscar la Via del Corno y la Placa de Vasco Pratolini. ¿Quedará alguno de los pobres amantes de sus crónicas? Quién sabe.

Ponte Vecchio
Por cierto, me compré el palo-selfie. Yo, que los odio y tanto los he criticado, con un palo-selfie por el mundo! Qué vergüenza. Pero era eso o no salir en ninguna foto medio decente y, lo siento, pero quiero que se sepa que estoy aquí. Y punto. Ya me tragaré mis palabras cuando vuelva.
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 Me metí en una iglesia a descansar un poco y aquí me quedé casi una hora. Por los altavoces sonaba el Adagio de Albinoni y me cayó encima todo el cansancio de los últimos días. El emocional, al menos, porque el físico hace rato que me pesa en las piernas. No creo que tarde en volver al hotel. Cenaré algo por el camino e intentaré encontrar un super donde comprar galletas o patatas o lo que sea, por si me da hambre antes de acostarme.
 

Mañana, más.

Mjo