Hay algo absolutamente perverso en los recuerdos, sobre todo en esos que creías olvidados y un día cualquiera, sin previo aviso, te saltan al cuello y amenazan con ahogarte.
Esta noche había quedado con un amigo, pero ha tenido un percance y hemos tenido que dejarlo para otra ocasión. Como la noticia me ha llegado a un paso de su casa, he dado media vuelta y he cogido un autobús hasta la estación del tren. Cuando he subido, me he sentado, he sacado el ebook y he empezado a leer. De repente, he mirado por la ventanilla y lo que veía al otro lado me resultaba familiar. "Yo esto lo conozco", he pensado, cosa rara porque no suelo ir por esa zona desde hace años. Pero sí, esa plaza me sonaba, y aquella fachada impresionante y la avenida y la curva exagerada y... Y entonces, se hizo la luz y cai en la cuenta de dónde estaba y por qué lo conocía todo tan bien.