jueves, 27 de julio de 2017

CAMBIO DE CICLO


Andaba trasteando por el blog de Marwan y me encontré con un poema de Benjamín Prado. Bonito, no. Hermoso, tampoco. Creo que hay cosas que se escriben para que otro las sienta, aunque las palabras no sean suyas, y este poema es un ejemplo claro. Selecciono tres fragmentos:

"Aprende a no querer a los que no te quieran
y elige bien a qué le tendrás miedo:
no habrá sombra que oculte lo que tú temas ver"

"No escondas lo que sientes por miedo a ser frágil,
como aquellos
que por guardar tan bien lo que más les importa,
lo pierden para siempre"

"Recuerda que no hay nada que no pueda
ocurrir cualquier día. 
No olvides que esta obra ha terminado.
No olvides que le hablas a un teatro vacío"

Lo leí tres, cuatro, cinco veces y me mordí los labios. Mal día elegí para esta poesía, hoy que ando haciéndome las mismas preguntas de ayer sin recibir respuesta alguna. 

Leí después los comentarios y encontré uno del autor. El principio (Marwancito) me puso una sonrisa en la boca y el resto, me la borró: "Ya sabes, una de esas cosas que uno escribe para poder huir de ellas. Es una sensación rara: ¿yo he escrito eso? Y, sobre todo, ¿"yo" he sentido "eso"?"

Me dio por pensar cuánto de huida hay en cada línea que escribo, cuánto de asombro al releerlas, quizá meses o años después, al recuperar el ritmo de las palabras y el sentimiento que las juntó. ¿Yo sentí eso? Lo que fuera: tristeza, dolor, soledad, alegría, amor, felicidad... Entiendo la pregunta y la hago mía. A veces creo que escribo para esquivar el olvido y otras, para entender por qué vivo. Ni olvido ni entiendo qué hago, por qué sigo repitiendo los mismos errores, una y otra vez. No me conozco ahora mejor que hace un año y sospecho que tampoco sabré quién soy de aquí a varios meses. Cambiamos con el tiempo, nada es permanente. Nada, excepto las heridas que parecemos empeñados en abrir cada cierto tiempo y las cicatrices que algunos dejan en nuestra piel.

Es curioso. Hacía mucho que no escribía aquí. Me ponía delante del ordenador y se me quedaba la cabeza en blanco. A veces pienso que las musas sólo me visitan cuando mi vida tropieza, cuando el suelo tiembla bajo mis pies, porque empiezo a pensar que las casualidades no existen. Todo pasa por un motivo, aunque no seamos capaces de verlo hasta que pase cierto tiempo o nos alejamos de la, digamos, escena del crimen. Ame se difumina en la distancia, cada vez se hace más pequeño y pierde importancia. Ésto también pasará. Nadie dijo que fuera fácil ni rápido. Nadie dijo que acertaría a la primera o a la quinta o, tal vez, nunca. Y nadie dijo tampoco que, después de levantarme, volvería a tener ganas de seguir intentándolo. Quién sabe, cualquier día podría ser MI día. 

Prometo contarlo. 

Mjo