jueves, 8 de febrero de 2018

HARDWIRED... TO SELF-DESTRUCT (o una noche con Metallica)



Vaya por delante que no es una critica del concierto. Me falta cultura musical para hacerlo, así que escribo sobre lo que siento, lo que me hicieron sentir anoche, igual que hago cuando voy al teatro y hablo sobre la obra que he visto, o cuando visito un museo y os cuento la cantidad de obras de arte que he contemplado. La crítica la dejo para los (supuestos) expertos, yo prefiero hablar de emociones.

Había ganas, muchas ganas. Y sí, también es cierto que se me había olvidado que tenía la entrada para el concierto pero oye, un año de espera es demasiado tiempo!!!! En cualquier caso, llegó el día y allí estábamos, a dos minutos de que empezara el concierto y con una buena visión del escenario que habían colocado en el centro de la pista.

Tengo que aclarar algo. Hay situaciones y lugares en los que la adrenalina se me dispara hasta las nubes. Un circuito de carreras, un teatro, algunas librerías antiguas, ciertos museos y los momentos previos a cualquier concierto. En todas esas situaciones me siento privilegiada. De alguna manera, sé que lo que está a punto de ocurrir es especial, único, y aunque también sé que no es cierto, por dentro estoy segura de que va a pasar sólo para mí. Vale, sí, llamadme loca pero me apuesto lo que queráis a que cada una de las personas que están allí (sea donde sea ese "allí") sienten lo mismo o casi. Al día siguiente, o al otro, posiblemente se repita el espectáculo pero ya no será igual, habrán diferencias muy sutiles y cambiarán. Cuando asistes a una representación en directo, da igual de qué sea, puedes estar seguro que estás presenciando algo único, irrepetible, y que los recuerdos que guardes de esas horas serán sólo tuyos. Tuyos y de nadie más.

En fin, después de tanta filosofía barata, a lo que iba. Como siempre, el concierto empezó con la banda sonora de "El bueno, el feo y el malo". A esas alturas, los nervios y las ganas de que salieran al escenario ya eran un poco insoportables... pero cuando lo hicieron, oh, Dios mío.






Han vuelto. Así de sencillo: Metallica, la de verdad, la de toda la vida, la de antes de los experimentos con orquestas sinfónicas ("S&M", disco que, por cierto, me encanta), sus "Load" y "Reload", etc... La Metallica que todos hemos echado de menos en algún momento ha vuelto y a lo grande. Es mi tercer concierto con ellos y cada día tocan mejor, cada día suenan mejor, cada día me gustan más. Esta mañana escuché en la radio que fueron más de dos horas de concierto y se me pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Desfilaron canciones del último disco y clásicos que no pueden faltar en ninguno de sus conciertos: "One", "Master of Puppets", "Nothing else matters" y, por supuestísimo, mi favorita desde que la escuché por primera vez vaya usted a saber cuándo: "Enter Sandman", con ese punteo de guitarra inicial que te va llevando de la mano, nota a nota, hasta que todos los instrumentos se unen y aparece la voz de "mi" James. Ais... lo siento, es que sigue siendo una de esas canciones que reconocería desde la primera nota en cualquier lugar y me quedaría parada, con una sonrisa en la boca, hasta que acabara y el mundo se pusiera en movimiento de nuevo. Y estoy segura de que tienen canciones mejores, los entendidos musicales me señalarán un montón y querrán hacerme cambiar de opinión, pero para mí "Enter Sandman" es LA CANCION. Fue la primera suya que escuché y sigue consiguiendo ponerme la piel de gallina cada vez que la escucho. Es el equivalente del "With or without you" de U2. Si alguna vez repito concierto con cualquiera de ellos y no la tocan, me fastidian la noche fijo.


En fin, que después de (al parecer) más de dos horas, cuando las luces se encendieron y se apagó la música, mientras ellos se quedaban en el escenario lanzando baquetas y púas de guitarra o bajo al público que estaba en pista, yo me resistía a irme, por si les daba por agarrar los instrumentos otra vez y regalarnos un bis inesperado. No lo hicieron y nosotros nos fuimos. Salí de allí encantada, feliz... pero triste porque se había acabado. Un año, un año de espera y se había acabado en un instante! A saber cuándo vuelven... Pero cuando lo hagan, allí estaré. A no ser que el sistema de venta de entradas, que no es complicado sino lo siguiente, o mi economía me lo hagan imposible. Y puede que sigan diciéndome "¿Tú a un concierto de Metallica? ¡Pero si no te pega para nada!" pero deja, deja que hablen. Yo sé lo que siento, lo que me hacen sentir, y no pienso perdérmelo. He dicho!


Mjo

P.D. Gracias a mis caballeros andantes, los tres hombres que anoche compartieron la experiencia conmigo: Carlos, Tomás y Juan. Fue bueno el antes, el durante y, por Dios, el después. Esa vuelta turística por una Barcelona helada y casi desierta no tiene precio!