domingo, 29 de marzo de 2020

LET'S TALK ABOUT SEX (semana 11)


El domingo pasado estaba hablando con la familia en la videollamada semanal cuando escuché a mi vecina del bloque de al lado, el que está pegado justo a mi sofá, pegar unos gritos que tela marinera. La muchacha es, por norma general, muy discreta pero, según se acerca al momento clave, la cosa se desmadra y se hace notar. Dura poco, todo hay que decirlo, yo soy bastante más escandalosa que ella, y luego regresa el silencio. Ella supongo que se quedará en la mismísima gloria y a mí me da un poco de risa tonta, mezclada con algo de vergüenza (poca, muy poca) y un bastante de envidia. Me di cuenta entonces de que una de las cosas que creo que llevaré peor del confinamiento es justo eso, el sexo. La ausencia de ello, más concretamente. Se me ocurrió entonces que ya que vamos a estar encerrados y practicarlo va a ser, como mínimo, muy complicado, pues podría hablar de ello. No nos pongamos puritanos, seguro que en algún momento de esta semana se nos ha pasado a todos por la cabeza. A la porra los tabúes, pongámonos a tono.

Pertenezco a una generación de mujeres que creció a medio camino entre la liberación femenina y el “lo mejor de la vida es ser madre y esposa”. Somos hijas de mujeres que fueron educadas en la creencia de que su trabajo era procrear, cuidar a su marido y sus hijos, primero, y a sus propios padres después. En algún momento de ese caótico pasado, algún lumbrera se inventó el cuento de la liberación femenina y lo hizo con tanto acierto que caímos en la trampa. O quizá necesitábamos creerlo, porque en la vida tenía que haber algo más que ese universo de trapos, recetas de cocina, cuidados familiares y culebrones que nos habían entregado.

sábado, 28 de marzo de 2020

CONFINADOS (3)

Catorce días metida en casa y la necesidad de contacto humano, de sentir el contacto de otra piel, empieza a ser desesperante. No pienso en sexo (que también) pero, ahora mismo, mataría por un abrazo. Sólo eso: un abrazo. Uno de esos que empiezan fuertes, que te hacen crujir las costillas, y según se van alargando, aflojan la presión y se convierten en apoyo sólido, cálido, cómodo. Vamos, que se transforma en el único sitio en el que te quedarías a vivir sin pensarlo mucho. Pienso en los abrazos de mis padres, que me dan sensación de hogar y pertenencia; los de mi hermana, que van más allá de los lazos de sangre. Los abrazos de Cillian, tiernos y desinteresados (casi siempre jajaja). Los de mis amigas, que me dan la bienvenida a un mundo que nos pertenece sólo a nosotras. Y otros, que son privados y únicos. Los necesito todos. Los echo de menos todos.

martes, 24 de marzo de 2020

FIRENZE, AMORE MIO (con un leve desvío al final)

Acabo de empezar a leer el último libro de un autor del que jamás he conseguido acabar ninguno. Suele escribir sobre personajes, lugares e historias que me interesan. Se especializa en novela histórica, que me encanta, porque me da la oportunidad de viajar a épocas que, de otra manera, no podría conocer. Pero no puedo con él, no puedo. Es uno de esos escritores que sabe mucho, muchísimo, sobre lo que escribe y aprovecha cualquier oportunidad, venga o no a cuento, para dejarlo claro. Nombres de personajes históricos, referencias literarias de otras obras, fechas y más fechas… Datos que, la mayoría de las veces, no son necesarias para la trama. Son sólo paja para rellenar el colchón de la narración. Lo confieso, me ponen de los nervios los que recurren a esos “trucos” para demostrar lo bien documentados que están. Entiendo y acepto que a otras personas les encante acabar un libro y decir “ostras, cuántas cosas nuevas he aprendido”. A mí también, es cierto, pero soy una lectora más modesta y me conformo con que me entretengan, me tengan intrigada hasta el final, me arranquen una carcajada o una lágrima en el momento adecuado, o me hagan temblar de miedo si es necesario. Y sobre todo, sobre todo, que el o la protagonista no me haga poner los ojos en blanco cada vez que abra la boca ni me dé ganas de estrangularlo/a antes de que pasen diez páginas. Vamos, que no sea como la tonta que, en una película de asesinos psicópatas y después de descubrir que sus diez amigos han muerto de manera horripilante, abre la puerta de una habitación a oscuras y pregunta “¿Hay alguien?”. A ver, hija mía… Si erais once, saca cuentas. Quedáis tú y el asesino, ¿quién crees que te espera en la oscuridad? ¿Tu hada madrina? (Ojos en blanco, por favor)

domingo, 22 de marzo de 2020

JULIETA DESENGAÑADA (semana 10)


Julieta paseaba de la alcoba al balcón y del balcón a la alcoba. Llevaba así tres horas, inquieta, asomándose por la barandilla de piedra cada vez que oía el rumor de cascos de caballos por la calle o alguna voz se colaba por las puertas abiertas. Seis noches ya. Romeo llevaba seis noches seguidas volviendo de madrugada, sin excusas creíbles y apestando a furcia barata. ¿Pero qué se había creído el Montesco ese? A ver si al final iba a tener que darle la razón a su madre, que no dejaba de calentarle la oreja con “qué error, hija mía, con lo bien que te habría ido con Conde París…” Y ella, erre que erre con que la dejara en paz, que ya era mayorcita y sabía lo que hacía. Se le estaba agotando la paciencia y no sabía él cómo se las gastaba una Capuleto enfadada. Para empezar, esa noche su maridito del alma querido iba a dormir al raso. Así, como quién no quiere la cosa, a ver si se iba dando cuenta de lo que iba el tema este del matrimonio. Se levantó de la cama, encendió una vela y se acercó a la habitación del ama, tropezando con los faldones del camisón de batista. Entró sin llamar, que para eso era la dueña y señora. Se acercó a la cama donde la anciana dormía con la boca abierta, lanzando unos ronquidos que hacían temblar las paredes, y la sacudió con energía hasta despertarla.

- ¿Ya es de día? – preguntó, sobresaltada.

- No, pero necesito que transmitas mis órdenes a la guardia – contestó Julieta, apartándose el largo pelo de la cara y haciendo esfuerzos por subirse a la cama-. Dios del Cielo, ¿ha sido siempre tan alta esta cama?

- Da la vuelta, las escaleras están en el otro lado – replicó el ama entre dos bostezos-. ¿Se puede saber qué pasa?

- Que Romeo todavía no ha vuelto, eso pasa, y me tiene ya hasta la coronilla – contestó, con el ceño fruncido-. No hace ni seis meses que nos casamos y ya me está haciendo el salto. Pues se ha acabado la tontería, esta noche no entra en casa porque a mí no me da la gana y se acabó.

- Me parece muy bien. ¿Y cómo piensas evitarlo, si se puede saber? Recuerda que la casa es suya.

- La casa será suya pero aquí mando yo. Dile a la guardia que cierren todas las puertas con llave y las atranquen como si fuéramos a sufrir un asedio. Que doblen la vigilancia y le cierren el paso en cuanto aparezca y no le permitan entrar hasta que las campanas de la iglesia den las ocho de la mañana.

- Pero chiquilla, que está helando en la calle… Mira que tu pataleta le va a costar una pulmonía y no tienes ni idea de cómo son los hombres cuando están enfermos.

- ¡Me importa un pito! – exclamó Julieta.

- Claro que sí, bonita, como no te tocará a ti ir y venir atendiendo sus caprichos ni escuchar sus “¡Dios mío, ten piedad, acaba con esta agonía de una vez! ¡Me muero!” cada vez que tosa…

- Pero vamos a ver, ama, ¿de parte de quién estás? ¿A quién has criado tú, a mí o al mastuerzo con el que me fui a casar?- Julieta, que había estado dando vueltas al pie de la cama, arrastrando el camisón demasiado grande para su menuda figura, frenó de golpe y se cruzó de brazos.

- De la tuya, niña, de la tuya siempre… - respondió el ama, conciliadora.

- ¡Pues arreando, que ya vamos tarde! A este paso, Romeo estará de vuelta en su cama antes de que tú salgas de esta cámara.

CONFINADOS (2)


Al final llego a la conclusión de que tampoco tengo tantos pensamientos. Qué tontería, ¿verdad? Llevo una semana metida en casa y siento que vivo en un domingo que no se acaba nunca. Y no uno de los buenos, de los que deseas con todas tus fuerzas que no termine jamás. No, es uno de esos que, a las seis de la tarde, te tiene deseando que llegue el lunes para volver a trabajar. La soledad no me molesta, normalmente la llevo bien y hasta la agradezco. Siendo impuesta, como ahora, me tiene subiéndome por las paredes. Se me ocurren ideas locas que tengo que dejar aparcadas a un lado, en espera de mejor ocasión, porque todas requieren estar fuera de aquí. Es absurdo, lo sé, pero a veces siento que vivo en un circo de tres pistas y sin saber qué espectáculo es el que vengo a ver.

domingo, 15 de marzo de 2020

CONFINADOS


Me levanto hoy, domingo 15 de marzo, y me sorprende el silencio. No sé por qué, vivo sola y es lo más habitual los fines de semana. Pero hoy... es especial, diferente. 

Reconozco que, aunque no lo diga, toda esta situación me supera. Bueno, a mí y a todos, creo, porque no estamos preparados para afrontar una crisis de semejante magnitud ni dispuestos a renunciar a algunos aspectos de nuestra cómoda vida. Confundimos "aislamiento" y "quedarse en casa" con "vacaciones" y "me voy p'al pueblo" sin darnos cuenta que en vez de huir del contagio, lo que haremos es repartirlo allá por donde vayamos. No digo que todo el mundo lo haga o esté contagiado, ni mucho menos. Pero las autoridades sanitarias, las únicas a las que deberíamos hacer caso, nos han repetido de todas las maneras posibles, que el dichoso Covid19 tarda en manifestarse y que la mayoría de personas lo sufrirán sin darse cuenta siquiera. Podría pasar por un simple resfriado... aunque con el nivel de psicosis que arrastramos, y que cada día sube un puntito o dos, un estornudo por alergia al polen probablemente nos impulse a acudir corriendo a urgencias. No me corresponde a mí decirlo pero, por favor, usad la cabeza y los medios que las autoridades recomiendan y no colapséis los servicios sanitarios sin motivo porque podéis provocar que quien realmente lo necesita se quede sin atención médica. Yo no sé vosotros pero yo no podría vivir pensando que por mi culpa, un infarto o un herido en accidente no ha podido ser atendido y, quizá, ha muerto. Llamadme alarmista, histérica, tía loca o lo que os de la gana. Cada cual con su conciencia, yo tengo que vivir con la mía. 

martes, 10 de marzo de 2020

MIEDOS

Miedo a salir. Miedo a moverse. Miedo a soñar, a vivir, a desear, a ceder a las tentaciones, a cantar a gritos en la ducha, a levantarse tarde los domingos o acostarse temprano los viernes. Miedo a querer y a dejar de hacerlo. Miedo a amar y que no nos correspondan. Miedo a dejarse llevar, al sexo salvaje, al placer sin excusas, a la ausencia de sexo. Miedo a hablar, a preguntarme qué siento, a preguntar qué sienten. Miedo a echar de menos, a estar de más, a que no se note mi ausencia, a desaparecer sin dejar huella, a las huellas que dejan los que se van. Miedo al ruido, al silencio, a la música escandalosa, a las canciones que hieren. Miedo a crear recuerdos, a perderlos, a no compartirlos. Miedo al roce de unos dedos, al fuego de unos ojos, al sabor de una boca, al sonido de una voz. Miedo a las palabras que emocionan, a los discursos vacíos, al eco del pasado, al qué dirán, a las excusas, a las promesas rotas, a las mentiras dichas en voz alta, a los "te quiero" silenciados. Miedo al futuro que no llega, al presente que no cesa y al pasado que no nos deja. Miedo de mí, miedo de ti, miedo de nosotros, de ser o no ser y que ahí esté el eterno dilema. Miedo a que la próxima vez sea la última vez, a no ser capaz de entenderlo, a entenderlo todo demasiado bien. Miedo de no ser suficiente, de ser demasiado. Miedo a despertar una mañana y no saber quién soy, ni dónde voy ni de dónde vengo. Miedo a no sentir, a que duela, a odiar sin remedio, a llorar a mares y aullar al viento. Miedo a la página en blanco, a no tener nada que contar, a necesitar explicarme y no saber cómo hacerlo. Miedo a buscar una mano y no encontrarla, a esperar que pase algo y que nunca pase nada. Miedo de mirar y que mis ojos hablen demasiado alto, de ver cansancio y aburrimiento en los gestos, de los silencios que pesan y las palabras huecas con las que intentamos llenarlos. Miedo a la luz, a la oscuridad, a los armarios abiertos que esconden esqueletos propios y ajenos. Miedo a los secretos que se guardan demasiado tiempo y se acaban sabiendo. Miedo a escribir y que no me entiendan. Miedo a escribir y que me entiendan demasiado bien.

Y mi miedo definitivo: a la enfermedad, a depender de alguien, al olvido, a la soledad, a la muerte.

Soy miedo. Somos miedo,  todos los días y a todas horas. Y, a pesar de todo, vivimos. Ese es nuestro triunfo.


Mjo

martes, 3 de marzo de 2020

LA MÚSICA DE LAS ESFERAS (Semana 7)


Hace unos meses decidí renovar mi piso aprovechando que Santi, el que había sido mi pareja durante los últimos cuatro años, me dejó. De la noche a la mañana, hizo las maletas y salió del piso y de mi mundo sin mirar atrás. No me dio la más mínima opción de rogarle que se quedara, que me diera una oportunidad para enmendar los errores que pudiera haber cometido para que dejara de quererme porque, claro, yo debía ser la única culpable. No sé si me salvó el orgullo o bien es que no me acababa de creer la pantomima pero no sentí la necesidad de suplicarle que no me abandonara.  No hubo pelea a gritos, ni siquiera hubo palabras. Mientras el recogía sus cosas y las metía de cualquier manera en maletas y cajas de cartón que sacó de debajo de la cama, yo me senté en el sofá a ver una de esas absurdas comedias americanas donde nada tiene sentido y que tanto odio. Se me pasó el rato sin sentirlo y sólo cuando las palabras "The End" aparecieron en pantalla y apagué el televisor, me di cuenta del silencio atronador que me rodeaba. Miré alrededor y noté la soledad cayendo encima de mí con el peso de una losa funeraria. Me obligué a levantarme y recorrer el piso. Vi los huecos en las estanterías, las perchas vacías en el armario, sus cajones abiertos sin una sola prenda, el vaso con un solo cepillo de dientes, mis perfumes y cremas reinando en las repisas del cuarto de baño y la ausencia de sus fotografías en las paredes. Se había ido de verdad. Aunque parecía no tener intención alguna de regresar, elegí pensar que sería algo pasajero, que regresaría en cuanto se le pasara la rabieta. Yo era lo mejor de su vida, me lo había dicho muchas veces, la última no hacía tantos días, y acabaría por echarme de menos y volver a mi lado. 

Unos días más tarde, mi mejor amiga se saltó a la torera mi sarta de excusas para alejarla de mí y se plantó en casa sin avisar. Vio el desastre de mi piso pero miró a otro lado y ni siquiera lo mencionó. Se sentó a mi lado en el sofá, con una copa de vino cada una, y me lancé a explicarle no sé qué historia inventada sobre una enfermedad que no había existido jamás. Me dejó hablar y hablar hasta que me quedé sin excusas. Entonces dejó las copas sobre la mesita, me cogió las manos y me obligó a mirarla.

- Sara, Santi no va a volver. Ana está embarazada y se casan la semana que viene.

lunes, 2 de marzo de 2020

DOMINGO POR LA NOCHE (Carrie Bradshaw ya no vive aquí)

Siempre queremos aquello que no tenemos.

¿Siempre? No, sólo a veces.

Y si lo tenemos a medias,¿será que no lo queremos entero, que sólo lo deseamos?

¿Cuál es la diferencia entre querer y desear?

¿Qué duele más, que dejen de amarte o de desearte?

¿Puede el deseo convertirse en amor?

Si nos dan a elegir entre amar y desear, entre que nos amen o sólo nos deseen... ¿con qué nos quedaremos?

¿Cuál es el órgano del amor y cuál rige el deseo?

¿El corazón frente al sexo?

Y el cerebro ¿tiene algo que decir o es sólo un accesorio?

¿Puede Mr. Big acabar siendo Mr Perfecto más allá del papel?

Dudas de domingo por la noche mientras en la radio suena el fútbol.


Mjo


domingo, 1 de marzo de 2020

CUESTIONARIO PROUST (o cosas que me encuentro en ese Twitter donde hay de todo)

1- ¿Principal rasgo de su caracter? Pues... empezamos fuertes, eh? A ver. Yo diría que la sencillezamabilidadsimpatiapositividadgenerosidad. Porras, no lo sé. Todas esas o ninguna de ellas. 

2- ¿Qué cualidad aprecia más en un hombre? La sinceridad, siempre y cuando no la convierta en crueldad. La línea que separa ambos conceptos es muy fina y no todos son, o somos, capaces de verla.

3- ¿Y en una mujer? Lo mismo, más o menos. 

4- ¿Qué espera de sus amigos? Comprensión, aceptación de los defectos y las virtudes, apoyo cuando más falta hace y cuando no hace falta, también. Lo que ofrezco, ni más ni menos.

5- ¿Su principal defecto? La negatividad. A veces lo veo todo negro, negrísimo, pero estoy aprendiendo a controlarlo y no dejar que me domine.

6- ¿Su ocupación favorita? Leer y escribir. Me relajan.

7- ¿Su ideal de felicidad? Disfrutar del momento y el lugar en el que esté. Mejor en compañía pero la soledad, bien entendida, tampoco está tan mal y hay cosas que no se pueden compartir con nadie.

8- ¿Cuál sería su mayor desgracia? Perder la memoria, todos mis recuerdos.

9- ¿Qué le gustaría ser? Decir feliz igual sería demasiado obvio así que... escritora. O arqueóloga. O historiadora. O...

10- ¿En qué país desearía vivir? Italia.

11- ¿Su color favorito? El rojo.

12- ¿La flor que más le gusta? Las violetas, porque me recuerdan los caramelos que me compraba mi abuelo cuando íbamos a visitarlo al aeropuerto. Y lo que yo llamo lirio azul. Os dejo foto, porque no sé cuál es su nombre real.

13- ¿El pájaro que prefiere? El águila real. Toma ya jajajaja.

14- ¿Sus autores favoritos en prosa? Stephen King, Isabel Allende (los antiguos, los nuevos no tanto), Paul Auster, Maeve Binchy, Vasco Pratolini, Andrea Camilleri.

15- ¿Sus poetas? Bécquer, Marwan, Lorca.

16- ¿Un héroe de ficción? Peter Parker, Spiderman.

17- ¿Una heroína? Bruna Husky.

18- ¿Su compositor favorito? Me gusta Franz Liszt, Gustav Mahler, Motzart, Beethoven, Bach... pero mi primer enamoramiento con la música clásica fue con Rachmaninov.

19- ¿Su pintor favorito? Sandro Botticelli.

20- ¿Su héroe en la vida real? Mi abuelo José y mis padres, Ángel y Encarna.

21- ¿Su nombre favorito? Arnau, Álex y Eric para chico. Urgell y Marina para niña.

22- ¿Qué hábito ajeno no soporta? Que lleguen tarde a las citas. Y peor si no avisan!

23- ¿Qué es lo que más detesta? La arrogancia, que juzguen sin conocer, la incomprensión.

24- ¿Una figura histórica que le ponga mal cuerpo? Dos: Hitler y su colega Franco.

25- ¿Un hecho de armas que admire? Pocos, la verdad, pero me fascina todo lo que tiene que ver con el desembarco de Normandía, la Segunda Guerra Mundial y nuestra Guerra Civil. Y los Templarios!

26- ¿Qué don de la naturaleza desearía poseer? Mimetizarme con el entorno para pasar desapercibida en según qué ambientes.

27- ¿Cómo le gustaría morir? Tarde, dentro de muchos años jajajaja! A ver, en serio, de golpe, sin sufrimientos innecesarios ni para mí ni para los que estén alrededor.

28- ¿Cuál es el estado más típico de su ánimo? Últimamente, en paz. Espero que dure.

29- ¿Qué defectos le inspiran más indulgencia? El desorden, seguramente porque yo también lo tengo.

30- ¿Tiene un lema? Vive y deja vivir.

Bueno, si os animáis... espero vuestras respuestas.

Mjo