domingo, 29 de noviembre de 2020

RED VELVET (semana 46)

Candela llega antes que nadie porque le gusta el silencio que flota en el ambiente hasta que empiezan a llegar el resto de empleados. A partir de ese momento, todo es caos, ruido, confusión, locura y por eso necesita ese espacio de tiempo a solas. Enciende sólo un par de luces y, en la semipenumbra, pasea por la cocina asegurándose de que todo está en su sitio y no falta nada. Repasa el contenido de las estanterías, la nevera industrial y los armarios de los utensilios, y repone lo necesario. Suele hacer frío, porque la calefacción no se pone en marcha hasta las ocho, y para entrar en calor se pone la vieja chaqueta morada que heredó de la única persona que siempre creyó en ella: su abuela. Dios, cómo la echa de menos. A veces tiene la impresión de que, cuando está trabajando en una receta nueva o complicada, puede oírla señalando todos los fallos que comete y ella es incapaz de ver. Le mata la ausencia de su risa; aquel sonido ronco, que parecía salirle del fondo del estómago, seguía siendo, para ella, el más hermoso del mundo. Sonaba a hogar, a paz, a seguridad, aceptación y cariño. Cuando todo se torcía y Candela se ponía dramática, aquella mujer venerable le devolvía a la vida aunque fuera a empujones. Bajo su aspecto frágil, escondía la fuerza de mil huracanes y había sido el centro de toda su existencia hasta el día de su muerte. Sí, la echaba de menos cada día.

BODAS DE ORO


El día que mis padres se conocieron, ella todavía se peinaba con coletas y él aún no se había acostumbrado a llevar traje. Fue en un guateque (¿dónde, si no?) y supongo que sonarían Los Sirex, Los Bravos, El Dúo Dinámico (que ya existían antes del "Resistiré"), Paul Anka, algo de Elvis si había algún modernillo con posibles y seguro que Karina cargando con su baúl lleno de recuerdos. Los presentaron y bailaron, claro, que a los dos les gustaba mucho y se les daba, y se les da todavía hoy, de maravilla. Mi padre quedó prendado de mi madre, pero parece que ella por él pues no tanto. Unos días más tarde, se cruzaron por la calle a la salida de sus respectivos trabajos. Él la saludó y ella respondió mecánicamente antes de preguntarle a su prima, con la que caminaba del brazo, que quién era aquel chico. "Encarna, hija, es el Ángel. ¿Es que no te acuerdas?", contestó. Mi madre puso cara de "ni pajotera idea" y se encogió de hombros. La otra, supongo que riéndose, le recordó que había pasado la tarde del domingo bailando con él y que no entendía cómo podía haberle olvidado porque era, de lejos, el chico más guapo de la fiesta. Vale, eso lo digo yo porque es mi padre y porque ¡qué narices! Era muy guapo, los dos lo eran, que los he visto en fotos. Y si la explicación no os convence, me la repamplinfa, porque la historia la cuento yo y si digo que lo eran, lo eran y punto, ¿estamos? Pero vamos, que ahí tenéis la foto para que veáis que no miento. 

En algún momento volvieron a encontrarse y desde luego que se conocieron, se enamoraron y hoy, unos años más tarde, cincuenta para ser exactos, estamos de aniversario.¡Bodas de Oro, ni más ni menos! Y lo que más me fastidia es no poder estar con ellos gracias a esta pandemia que muchos niegan y otros se pasan por el forro, y que está haciendo que nos perdamos tantas cosas este año que empezó como otro cualquiera y va a acabar como nadie podía imaginar. Dentro de un ratico, haremos una videollamada y nos reíremos y nos contaremos cualquier cosa y quizá, sólo quizá, dejemos ver un poquito de la pena que nos da estar lejos. Porque las nuevas tecnologías son la releche, pero aún no nos permiten poder abrazarnos y, como os he dicho ya muchas veces (lo siento, soy cansina), yo sigo echando de menos su contacto. Pero no pasa nada, quizá las Navidades este año tampoco sean como siempre; el objetivo es superarlas y tener las que vendrán, y celebrar todo lo que nos estamos guardando en el bolsillo con una fiesta memorable. Se me ocurre que como haya que darle al cava por todo lo que nos hemos perdido, no va a haber Espidifen que cure la resaca... 

En fin, que yo lo único que quiero es hacerles saber, a ellos y a quien lea por casualidad ésto, que les quiero un montón, que me siento orgullosa de ellos hasta el infinito y mucho, mucho más allá, que les agradezco que nunca nos pusieran las cosas fáciles porque así hemos aprendido a salir adelante, aunque sea a tropezones. Que son ejemplo a seguir, espejo en el que mirarse, amor incondicional, apoyo constante. Que sin ellos, yo no, nada, nunca. Y quiero pedirles que celebren este día y se celebren ellos, hoy y siempre. La celebración "en pack"... pues ya vendrá, todo a su debido tiempo. 



FELICIDADES, PAPA Y MAMA, POR ESTOS CINCUENTA AÑOS Y POR LOS QUE VENDRAN!


Mjo


(Me van a matar cuando sepan que he puesto la foto, pero confío en que me lo perdonen... que ha sido con mucho love!!!)