sábado, 8 de mayo de 2021

MOONLIGHT SERENADE

Abrí los ojos, miré el móvil y maldije entre dientes al ver la hora. Las 3:33 de la madrugada, como cada noche, y ya iban demasiadas.

- Pero ¿qué narices le pasa al mundo? ¿Dónde porras han ido a parar la cortesía, la educación y el respeto debido a los vecinos? – Me tapé la cara con las manos y ahogué un gemido de desesperación-. ¡Que no son horas de ponerse a dar conciertos, por Dios!

Aparté el nórdico a patadas, salí de la cama y, furiosa, metí los pies en las zapatillas. Me puse, encima del pijama con dibujos de Mafalda, una sudadera que había visto tiempos mejores, me recogí el pelo en una trenza mal hecha y evité mirarme al espejo antes de salir de la habitación. Total, si a esas horas tampoco iba a cruzarme con nadie, interesante o no, ¿qué más daba la pinta que tuviera? Atravesé el piso a tropezones con los muebles, abrí la puerta de la calle, asomé la cabeza y presté atención, intentando averiguar de dónde venia la música del maldito piano. ¿Venía del hueco de la escalera, quizá? Me acerqué de puntillas y comprobé que así era.

- ¡Ajá! Ha llegado el momento de poner los puntos sobre las puñeteras íes – Sonreí con malicia, retrocedí sobre mis pasos, cogí las llaves y abandoné el piso.