martes, 28 de febrero de 2017

CANCIONES


¿Podrías vivir sin la música? Yo no, de eso estoy segura. Podría prescindir de algunas cosas pero de la música... no, me costaría un mundo. Para mi es un refugio, el sitio al que acudo cuando siento que me ahoga la realidad. Me pongo los auriculares, dejo que el mp3 reproduzca canciones a su antojo, cierro los ojos y me alejo de todo. A veces me calma, a veces me enfada, a veces me hace sonreír y a veces me arranca las lágrimas que me trago cada día. Después regreso, limpia por dentro, dispuesta a empezar de nuevo.

Hay canciones que suenan a infancia, a verano, a luz y sol, a playas abarrotadas y mar inmenso. Hay canciones que hablan de invierno, que invitan a recogerse, que saben a vino tinto y compañía en tardes oscuras y frías. Hay canciones que se deben escuchar a solas y otras que sin gente alrededor no tienen gracia. Hay canciones que te hacen bailar aunque no quieras y canciones que te dejan clavado en el sitio en cuanto suenan las primeras notas. Hay canciones hechas de nostalgia, de historias vividas y besos robados. Hay canciones que te arrancan una sonrisa y después la transforma en tristeza. Hay una canción para cada momento de tu vida, para cada recuerdo y cada sensación. Hay canciones que te salen al encuentro cuando menos te lo esperas y remueven tantas cosas...

Hace más de un año, me enviaron una canción por whatsapp para darme los buenos días. Es un recuerdo que, a pesar del tiempo que ha pasado, conservo en la memoria tan fresco como entonces porque marcó un antes y un después en mi vida. Que alguien se molestara en buscarla y me la enviara, sobre todo siendo quien era, fue... No sé, supongo que quien me lea (si alguien lo hace) pensará que soy una exagerada pero para mi fue especial y la escuché un montón de veces durante unos días. Después se perdió entre las muchas que llevo en el mp3 y, por casualidad o porque así debía ser, no la he vuelto a escuchar hasta esta mañana. Y me ha pillado con la guardia tan baja que me he parado en seco en mitad de la calle y no he vuelto a andar hasta que se ha acabado; menos mal que no era el "The End" de The Doors o habría llegado muy tarde al trabajo. En un primer momento he sonreído pero después, el aluvión de sentimientos se ha llevado por delante la sonrisa y me ha dejado sólo el vacío en el estómago y las mismas preguntas de siempre. ¿Cómo? ¿Por qué?

Cuando se ha apagado la última nota y he sido capaz de respirar otra vez, he buscado el título en la lista y a punto he estado de borrarla... pero en el último momento me he arrepentido y la he dejado. No quiero olvidarme de nada, quiero recordar de principio a fin esa época, lo bonito que fue y lo mucho que dolió, lo que duele todavía. Esto no es "La La Land" y yo no soy  Emma Stone (¡ojalá!) pero es mi historia, mi película y no puede haber una película sin banda sonora.

Porque sigo bailando, aunque a veces no se note.

Mjo

Careggi, Italia, octubre 2016