miércoles, 2 de noviembre de 2022

JARDÍN DE SOMBRAS (segunda parte)

La mañana se les fue haciendo cola; de los autos de choque, insípidos sin las canciones de Camela ni el olor a porro de sus fiestas mayores, pasaron a la noria, donde Nerea dejó definitivamente olvidado el miedo absurdo de sus seis o siete años.De ahí pasaron al avión que volaba hacia ninguna parte. La hora y media de espera se tradujo en tres vueltas a paso de tortuga a bordo de un aparato venerable que pronto cumpliría cien años. A Éric no le produjo nada, pero Nerea se sintió transportada a otro tiempo, a otro lugar, a la piel de una espía legendaria que cruzaba fronteras para vender sus secretos al mejor postor. Cuando bajaron, ella feliz y él quejándose de que ahí dentro olía muy raro, se les había echado encima la hora de comer y decidieron hacer una pausa para comer.

martes, 1 de noviembre de 2022

JARDIN DE SOMBRAS (primera parte)

Todo empezó con una inocente invitación. “Hey, ¿te vienes el domingo al parque de atracciones? ¡Ya han abierto el Túnel del Terror!”. Aceptó, claro, porque la propuesta venía de Éric, y si había algo que a Nerea le gustase más todavía que pasar miedo era, precisamente, Éric.

Aquella semana llovió casi cada día, y ella vivió con un ojo en el cielo y otro en la aplicación del tiempo de su móvil. Cada vez que veía el simbolito de la nube y las gotas, se le caía el alma a los pies. “¿Por qué, Señor, por qué? ¡Para una vez que tengo un plan interesante!”, se dijo una y otra vez. Por suerte, el viernes cambió la previsión y se anunciaron temperaturas por encima de lo normal para la época y sol a partir del sábado. Su ánimo mejoró mucho, pero se negó a confiarse del todo, por si el cambio climático y su legendaria mala suerte decidían aliarse en contra y aguarle la fiesta.

El domingo por la mañana, cuando cogió un taxi en el centro de la ciudad, intentó no pensar en dos cosas: el pastizal que le iba a costar el viaje y las nubes que manchaban el cielo con un sucio tono gris. Le dio la dirección al conductor, en cuyos ojos creyó ver brillar el símbolo del euro, y sacó el móvil para llamar a su amigo. Dejó que el teléfono sonara una y otra vez y cuando estaba a punto de colgar, escuchó su voz adormilada.