Sigo sin creerlo.
Es que no puede ser. ¿De verdad te has ido? Venga ya... ¿en serio?
Y así una y otra vez.
Sé que sí, es verdad, que te has ido y nos has dejado pero sigue siendo tan difícil de creer... Tengo montones de imágenes que no dejan de asaltarme cada vez que bajo la guardia y me distraigo. Consuelan y duelen a partes iguales, a veces más, a veces menos, pero no puedo dejar de recurrir a ellas. Puede que sea parte del sistema que mi cabeza, y mi corazón, se ha inventado para ir acomodándose a la idea de haberte perdido, mi manera de despedirme de tí. Porque necesito hacerlo, ¿sabes? Necesito decirte adiós y no sé cómo hacerlo.
Dicen que una persona muere dos veces; una cuando fallece y otra cuando se le olvida, y que una persona vive mientras se la recuerde, por eso sé que nunca saldrás de mi vida para siempre. Para empezar, estás en mi piel y no es una manera de hablar; me tatué tu numero en el tobillo hace años y, aunque nunca me he arrepentido de hacerlo, ahora estoy orgullosa de llevarlo. Además tengo tantas fotos tuyas en mi casa que no puedo entrar o salir de una habitación sin encontrarme contigo. Pero lo principal es el caudal inmenso de recuerdos que nos regalaste a través de un montón de años de hacer cola en la puerta de tu box o al pie del camión del equipo. Y esos son sólo míos, bueno, nuestros. No pretendo darme importancia ni mucho menos pero estoy segura de que, en algún momento, nuestra presencia te confortó después de un mal día. La fidelidad, el cariño, el respeto... ¿lo notabas? Seguro que sí.
¿Lo ves? Intento hilar mis pensamientos pero se me escapan. Puede que sea todo demasiado reciente y necesite algún tiempo para que todo se asiente. No sé, es posible. En cualquier caso, tengo la sensación que no será la primera vez que haga algo así, ponerme delante del ordenador y "hablarte" como no fui capaz de hacerlo cuando te tenía delante. Dios, qué boba, pero es que me dejabas KO, sobre todo al principio. No soy una persona extrovertida, ni por casualidad, pero lo que me pasaba contigo es digno de estudio. Con el tiempo, aprendí a superar la timidez o el miedo y encadenar dos o tres frases seguidas. Eh, todo un logro, no creas que fue fácil. Y gracias a eso, pude hablar contigo por última vez hace poco tiempo y, a mi manera, decirte lo que significabas para mí, demostrarte mi apoyo a través del teléfono. Si hubiera sabido que era la última vez... aunque no, mejor no haberlo sabido porque entonces quizá no habría podido decirte nada. Me quedo con ese último recuerdo, ese inmenso regalo que me hicieron, y el sonido de tu voz y tu risa al otro lado del teléfono.
Sí es ridícula la idea de no volver a verte. Yo sólo necesito cerrar los ojos para verte en mi memoria, para sentirte en mi corazón, aunque no compense el vacío que dejas.
mjo
("La ridícula idea de no volver a verte" es el título de un libro de Rosa Montero. No lo he leído pero siempre me llamó la atención el nombre y ahora lo tomo prestado, sin ánimo de ofender ni utilizarlo de forma fraudulenta, porque es la frase perfecta para lo que siento.)