Santa Croce, fachada |
Dante, tan serio y formal... |
No es bueno empezar el día corriendo como una loca. Estaba convencida que tenía la entrada reservada para la Santa Croce a las 10 y no, es para las 10:30 h. Resultado: he salido del hotel algo más tarde de lo que quería y, plano en mano, me he lanzado a la calle. Para nada porque he vuelto a perderme y he tenido que preguntar dos veces. Total, que he ido pasando por calles estrechas, he sorteado conductores que respetan poco o nada las normas de circulación, he encontrado (otra vez) la Chiesa de Dante (tengo que ir a decirle un par de cositas a Beatrice) y cuando creí que no llegaría a tiempo, he salido a la plaza de la iglesia y he encontrado la entrada justo cuando daban las diez de la mañana. Dispárame, por favor, ¡estoy destrozada!
Voy a hacerle fotos a la estatua de Dante. ¡Creo que voy dominando el palo-selfie poco a poco!
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En el patio de la Santa Croce (¡claustro, se llama claustro!) donde todo era silencio hasta que salió el grupo de japoneses de turno y lo estropeó todo. Aún así, hay paz. El sol calienta de lo lindo y es el sitio perfecto para sentarme un rato y escribir.
Galileo Galilei |
Nave central de la Santa Croce, de Brunelleschi |
Michelangelo |
Dante |
Machiavelli |
Rossini |
Mis trastos contra el claustro. |
Una de las lápidas del suelo. ¡Ojo con los pies! |
Se ve que me sienta bien la Santa Croce (modestia aparte) |
Tumba de Beatrice Portinari, en la Chiesa de Dante |
Bicicletas vestidas de primavera |
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Me he sentado en las escaleras del Museo del Ufizzi a esperar que llegue la hora de entrada. ¿De dónde sale toda esta gente? Me aprece increíble la cantidad de personas que se mueve a mi alrededor. Se escuchan mil idiomas diferentes, se ven casi todas las razas y, por goleada, ganan los japoneses. O los chinos. Da igual, los de los ojos chiquininos que dice mi madre. Te los encuentras en todas partes. ¡En San Miniato al Monte ayer había una boda! Y se les ve el dinero desde lejos. Me pregunto cómo debe ser viajar sin tener que preocuparte de gastar más o menos... A estas alturas del viaje, creo que necesitaría una nueva maleta para cargar con mis compras.
Detrás de mi, un guía intenta convencer a una pareja para hacer una visita al Ufizzi y por Dios que se esfuerza. Por desgracia, no lo consigue. La pareja se va con cara de "no me comas la olla" y el guía parte a buscar otra víctima potencial. Yo voy a ver si ya puedo coger mi entrada, tengo muchas cosas que ver y no quiero perder ni un minuto más del necesario. Cuando quiera hacer cola, ¡me iré a Port Aventura!
Claro que si quiere guiarme el muy atractivo guía que hay por aquí, bueno, pues oye... igual me dejo. Qué monada de hombre.
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Mientras espero, observo a los turistas que hacen cola para entrar. Está la típica pareja de ex-hippies que se ha quitado las flores pero sigue conservando el aire bohemio. La combinación de colores duele a la vista. Una pareja de viaje de novios, imagino, porque no tienen ojos para nada más que ellos mismos. Qué lástima de viaje, no sé si lo van a aprovechar demasiado (sí, los odio, ¿y qué?). Los japoneses con todo el arsenal de tecnología disponible: tablet, móvil, megacámara y cacharrito con auriculares donde, imagino, alguien les cuenta dónde están y qué pasó en ese lugar exacto hace cientos de años. Oh, el inefable grupo de turistas con guía gritón que, por supuesto, habla raro; éste lleva un Mario Bros pinchado en un palo para que nadie se despiste. Cinco minutos de rollo y hala, ¡al Ponte Vecchio!
Un minicamión de basuras se para delante. En el lateral dice "Keep me clean! Con amore, Firenze". Si no se puede con la fuerza, a ver si el amor consigue que la gente sea un poco menos guarra.
Mira, se acercan los abuelos irredentos que se sostienen el uno al otro porque el asfalto del Piazzale degli Ufizzi es antiguo y traicionero. Con paso lento pero seguro llegan a las escaleras de acceso. En una mano, la entrada y en la otra, ellos. Me pregunto cuánto tiempo llevarán juntos. Como estoy un poco anti-romance ahora mismo, me da por pensar que no se cogen por amor sino para asegurar sus pasos pero me arrepiento enseguida. Que a mi me vaya mal no significa que el resto del mundo le vaya igual. Este egocentrismo mío...
Ajá. Faltaba la asiática del paraguas. Por Dios, qué manía. Si hubieran venido antes y sólo hubieran visto lluvia, agradecerían este sol de la Toscana que calienta la piel y el alma.
Mejor voy ya a por las entradas que me estoy poniendo ñoña.
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Llevo un lío con los horarios... si normalmente me despisto, ahora ni te cuento. Tengo entrada de 15:15 a 15:30, no a las 15 h en punto. Cómo se alargan los minutos a veces. Puñetas.
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Ahora en serio. Que alguien me dispare de una vez. Ayer cambié la hora del reloj porque en San Marco vi que la llevaba atrasada. Bueno, ¡pues mal hecho porque la llevaba bien! Llevo todo el día llegando a los sitios mucho antes de lo que debería y, claro, también me levanté antes. Con razón no había nadie desayunando cuando bajé. De verdad que me dan ganas de echarme a llorar. ¿A qué hora me he comido los spaghetti carbonara? A las 12:30, muy americano todo. ¿Ves como tengo razón? En fin, voy a tomarme otro café, a ver si espabilo.
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Pasillo del Ufizzi |
Sala del Ufizzi |
Botticelli, "La Calumnia" |
Botticelli, "El nacimiento de Venus" |
Capuccino con vistas |
Leonardo Da Vinci, "Anunciación" |
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Acabé paseando por la ciudad cuando salí del museo. Empezaba a caer la noche y pensé que sería una buena idea verla bajo esa luz. Y no me he equivocado. He ido hasta el Ponte Vecchio, lo he atravesado y, siguiendo el otro lado del Arno, he ido andando hasta el puente anterior. Las vistas desde allí eran preciosas, he hecho un montón de fotos que espero que se vean medianamente bien. Después he vuelto a "lado conocido" y he vuelto hasta el Piazzale degli Uffizi, a seguir el camino habitual de vuelta al hotel. Pasé por la Piazza de la Signoria, que se veía preciosa iluminada, y había un señor tocando la guitarra. Estaba a punto de salir de la Piazza y empezó a sonar la música del "Romeo y Julieta" de Zeffirelli (una de mis películas favoritas) y volví a sacar el móvil para grabar el momento. Fue impresionante. Llegué a la Piazza del Duomo y bueno, vale, sí. Ya sé lo que estareis pensando y sí, he vuelto a perderme pero oye, que preguntando se llega a todas partes y la gente siempre es amable si te esfuerzas por hablar su idioma. Aunque no lo hagas bien, jajajaja! De camino compré algo para cenar en el hotel y ya está. Hasta mañana. Se me cierran los ojos.
mjo
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