Me fundo con el color metálico de las nubes que se van hinchando, me escondo detrás de las temperaturas que descienden y provocan estremecimientos, a medio camino entre el placer y el miedo, en la piel demasiado expuesta, que todavía huele a verano, a sol, a sal, a arena de playa, a piedras de río, a sueños y, a veces, a recuerdos y olvidos. Desaparezco y me vuelvo primitiva, antigua, instintiva. Huelo el agua en cada ráfaga de viento, dejo que me llene de vida y deseo, me enciendo, me abro y me vacío, me trago las ganas de reír, llorar, gritar a todo pulmón. Invoco fuerzas que no puedo ver, pero las intuyo, y dejo que ejerzan su magia, que actúe la bruja que, quizá, una vez fui, y me rindo a la vida.
¿No lo sientes? ¿De verdad que no lo sientes?
Vuelve septiembre. Vuelvo yo.
Mjo
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