"Esta semana estuve leyendo un libro de Isabel Allende que llevaba tiempo persiguiendo. Se llama “Amor” y es una especie de recopilación de extractos de sus novelas en los que retrata el amor desde varios puntos de vista. Debo reconocer que, siendo una de mis autoras favoritas, esta vez me decepcionó. Esperaba algo nuevo, divertido como casi todo lo que escribe aunque con ese toque mágico-realista que tan especiales hacen sus novelas. Sin embargo, en cierto momento se me encendió una luz. Se plantea qué ocurriría con esas historias de amor que acaban trágicamente, sin posibilidad de continuidad, y como ejemplo pone a Romeo y Julieta. Ciertamente, no se me ocurre una pareja más adecuada para ilustrar esa llama viva que consume y arrasa, aunque, cuando se apaga, no deje más rastro que la soledad y el dolor. En casos extremos, como el suyo, la muerte absurda de dos jóvenes que apenas habían empezado a saborear la vida. Me hizo pensar en cómo querría yo que siguiera esa historia y confieso que es algo que me pasa muy a menudo cuando leo algún libro que me toca de manera especial. Isabel Allende propone un matrimonio largo y monótono, en el que Julieta convierte el balcón de sus besos clandestinos en un tendedero de pañales mientras Romeo vende sonetos de amor inventados por las calles de Verona. Qué final más triste. Mucho más, incluso, que esa muerte traidora.
A lo que iba. Que me dio por pensar en una continuación de la historia y se me ocurren, por lo pronto, tres finales diferentes aunque todos parten del mismo punto: ninguno de los dos muere. Me parece más fácil seguir desde ahí aunque, bien mirado, tampoco estaría mal inventar una continuación fantasmal. Sí, en realidad ya la estoy viendo! Pero no, había pensado en otras posibilidades. En la primera de ellas, para mí la más evidente, la pareja se presenta ante sus familias, explican que se han casado en secreto y les dicen que ya pueden ponerse como quieran, que les importa un pimiento su opinión. Y se marchan del palazzo, dejando a sus progenitores con dos palmos de narices. Que acepten o no el matrimonio ya no me paro a pensarlo. Supongo que los padres se enfadan muchísimo (hay que ver cómo se pone papá Capuleto cuando su niña le dice que ni de broma se casa con el estirado Conde Paris!) pero las madres se las ingenian para convencerles que tampoco es tan terrible, que ya tienen unos cuantos años y eso de andar peleando como niños por el balón no está bien… Y como ya sabemos que los hombres medievales tenían la cabeza un poquito dura, recurren al argumento de los nietos que vendrán a perpetuar sus casas. Definitivamente, se rinden a la sabiduría de sus esposas y todos juntos viven larga y felizmente. ¿Aburrido? Bueno… pues sí, un poquito sí. Vale que el final original es demasiado trágico, pero mi alternativa es tan sumamente dulce que empalaga.
Una segunda posibilidad es que ambos escapen de las garras de la muerte y huyan de Verona para vivir su vida como mejor les parezca. Julieta ya está muerta y enterrada para todo el mundo y Romeo, exiliado por haber matado a Teobaldo, tiene prohibido volver a pisar las calles de su ciudad. Nada les retiene y nadie les espera. Así que cogen el primer barco que se encuentran en el puerto de… digamos Venezia y se marchan tan lejos como pueden. Es de suponer que también vivirán una vida larga y feliz, aunque no tan perfecta y maravillosa como en el primer caso, porque deberán aprender a salir adelante sin la riqueza de sus respectivas familias.
Pero la que más me llama, la que más real me parece, es que ese amor que tan impetuosamente empieza y se desarrolla en apenas unas horas, se desvanece en cuanto pone los pies en el suelo y se da de morros contra la realidad del día a día. La pasión dura lo que dura y si después no hay nada más… ¿qué puede quedar sino recuerdos? Incluso eso puede acabar por estropearse y entonces se habrá perdido todo. Así que me imagino que ambos se lo pasarán muy bien durante una temporada más o menos larga. De hecho, se me acaba de ocurrir que Julieta accede a casarse con el pijo insoportable de Paris y los Montesco se las apañan para que el príncipe le levante el castigo a Romeo y le permita regresar a Verona. Retoman su amor secreto incluso después que Romeo se vea obligado a casarse con una rica heredera de Roma, por ejemplo. Tarde o temprano, sin embargo, las responsabilidades de ambos con sus respectivas familias les hará ir separándose hasta convertirse en conocidos con un pasado común al que recurren cuando el aburrimiento de sus días y la tristeza de las noches se hacen demasiado pesadas para soportarlas. Cierran los ojos y retroceden a su primer encuentro, a los besos y las caricias apasionados y aunque sea sólo por un ratito, vuelven a ser felices. Y así hasta el final, cuando ambos mueran de verdad, aunque sus nombres jamás lo hagan.
Bien pensado, es mejor dejar las cosas como están. Creo que el bueno de Willy Shakespeare ya eligió la mejor de las versiones posibles. Y viendo cómo están las cosas estas de las versiones con zombies, cualquier día alguien se saca una de la manga protagonizada con los amantes de Verona y me estropean la historia para siempre. Por favor, que no me hagan un “Crepúsculo” a lo zombie que me da un patatús, eh?
Y hasta ahí llega la historia de hoy. Pero no me quiero despedir sin haceros una pregunta... Si pudierais elegir, ¿cómo os gustaría que acabara la historia de Romeo y Julieta? O vuestra libro favorito, no vamos a ser egocéntricos. Me gustaría que me lo contarais, porque nunca se sabe de dónde puede salir una buena historia.
Mjo
20-09-2013 // 20-09-2021
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