Nos quedamos sin palabras, frente a frente, yo con mis lágrimas y tú con tus ganas de limpiarlas. Retrocedí un paso , tú te alejaste hacia la pared. Entre nosotros quedó un abismo de silencio donde sólo los relojes siguieron andando.
Nos separamos con las heridas abiertas, sin decir adios ni mirar atrás. Allí quedaron nuestras risas, los besos que no llegamos a darnos, las palabras a media voz, los viajes sin hacer, las tardes de cine, las mañanas en la cama, los helados del verano, el chocolate de postre y el café del invierno. Allí se quedaron los que podríamos haber sido nosotros, tan solos, tan lejos, tan abandonados.
Tan huérfanos de abrazos como sobrados de lamentos.
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Dije que no lloraría y lloré.
Prometí dejar de hacerlo y cumplí. A ratos.
Me propuse no llamarte y, a cambio, te escribí.
Aseguré que no iría a verte, pero fui.
Soy mujer de palabra, aunque a veces la rompa.
Mjo
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