domingo, 21 de agosto de 2016

LO QUE NO TE CONTARÉ

La próxima vez que nos veamos, te explicaré cómo ha ido la semana de trabajo, cómo a veces tengo la sensación de no tener tiempo para todo. Te hablaré de mis ganas de que llegue octubre, lo que me agobia el calor, lo cansada que me levanto los lunes por la mañana. Te contaré que perdí (o gané) un kilo, que estreno la camisa que llevo o que he leído un libro que habla de tu tierra. Te haré reír cuando te diga que veo una serie italiana en versión original y que a veces me quedo bizca persiguiendo los subtítulos y me pondré contenta porque me encanta el sonido de tu risa. Te recordaré que tenemos un café pendiente, te preguntaré por tus padres, te regañaré porque haces algunas burradas y trataré de animarte cuando me digas que te aburres, que a veces te agobias porque no ves salida. Seguramente buscaré en tu mirada la luz que me encantaba y analizaré tus palabras en busca de segundas intenciones, significados ocultos y promesas de quién sabe qué, cómo o cuándo. Me contarás que no hiciste nada el fin de semana y quizá adorne un poco el mío porque la rutina parece haberse instalado en mi vida y no quiero que pienses que me aburro sin ti. Que lo hago, a veces, pero no tienes por qué saberlo.

Recorreremos, en fin, todos los paisajes habituales durante un tiempo que se nos pasará demasiado rápido y es que nunca conseguimos desvelar el secreto para detener los relojes. Llegado el momento, nos despediremos con nuestra mejor sonrisa y un par de besos. Tú te quedarás donde estabas, quizá mirándome mientras me alejo, y yo desharé el camino de vuelta, tragándome las ganas de volver la vista atrás y pensando que es una pena habernos perdido pero conservando la esperanza de volver a encontrarnos. Dentro de unos días repetiremos la jugada y quizá acabe igual o escribamos un nuevo final. U otro principio. Dejemos que la suerte y nuestras ganas (las mías seguras, las tuyas no lo sé) decidan qué cartas nos reparten.

Lo que no te contaré es que, a pesar de todo, el fin de semana lo pasé con otro, porque me cansé de noches en blanco y mi cama medio vacía. Que después de muchas vueltas y varias negativas, ganó el ego y cedí. Me callaré que un viejo amigo vino a casa con una botella de vino y sus maneras de seductor; hablamos, nos reímos como solíamos hacer y, con la noche avanzada, compartimos mi cama, yo en mi sitio y él en el que era tuyo. No te diré que me pareció extraño  tener a otro a mi lado, aunque le conociera tan bien, ni que te eché de menos durante un instante, pero que eso pasó en cuanto llegó el primer beso, la primera caricia y reconocí un olor que no era el tuyo. Me callaré que abrí los ojos para verle y espantar tu imagen porque nadie merece que le devuelvan los besos con el rostro de otra persona en la memoria. Ocultaré que conseguí olvidarme de todo, convertirme en un cuerpo que sentía y vibraba bajo sus manos y su boca, que acabé devolviendo el ansia en la misma medida hasta que acabamos y nos quedamos dormidos, agotados, satisfechos, en paz. Negaré que al final me acordé de ti y me sentí a medias vencedora y a media traidora, como si te engañara, aunque sé que eso no es posible, pero que la sensación duró un suspiro y desapareció bajo el peso de su brazo en mi cintura. Tampoco te explicaré que me despertó con caricias nuevas, que mi cuerpo reaccionó antes de abrir los ojos y me dejé llevar sin pensar en nada. Ni siquiera en ti. Ocultaré que desayunamos con la salida del sol y que cuando se fue y recuperé mi espacio, volví a la cama y dormí sin sueños, satisfecha como una gata consentida. 

Hoy es martes y todavía no me arrepiento de nada. Y tengo ganas de verte, oír tu voz y tu risa porque el sentimiento sigue. El corazón quiere lo que el corazón quiere. Pero algo ha cambiado, aunque todavía no sé qué es. Aún quiero pensar que hay una pequeña posibilidad, que entre nosotros queda algo, pero creo que he empezado a entender que, contigo o sin ti, mi vida sigue. Quizá haya dado un primer paso sin darme cuenta, sin planearlo, y mi corazón empieza a estar preparado para alejarse. 

Mjo






2 comentarios:

  1. Cualquier cosa que escriba aquí, se queda corta y pobre ante tu post. Maravilloso.

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  2. Nunca se deben dar besos suplantando caras...pero tampoco se deben de dejar de besar, porque el pincipe soñado no está. hay mas principes, y más besos debajo de cada farola.
    milfarolas

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