Hace un tiempo que sigo a Ángel Martín por Twitter. Con frecuencia, su “Informativo matinal para ahorrar tiempo” me acompaña en el tren, camino del trabajo, y suele arrancarme las primeras sonrisas del día. Cuando avisó que iba a publicar un libro sobre la temporada en que se volvió loco (no lo digo yo, así es como lo cuenta él), me pareció que podría resultar interesante. Lo compré el viernes pasado y, después de un fin de semana en el que no he podido tocarlo, hoy lo terminé. Y debo decir que no me ha decepcionado.
Ángel es Ángel en todo su esplendor. Si seguís su informativo, os resultará fácil leer escuchando su voz y eso convierte la experiencia en algo diferente. Nos cuenta cómo fue avanzando en su problema, cómo tomaban por excentricidad algunas de las señales que enviaba por redes sociales y la manera en que su novia decidió que no era ni medio normal su comportamiento. No esperéis un relato conmovedor, no intenta en ningún momento dar pena o conmover al lector; simplemente expone cómo sucedió, lo normal que le parecía todo y las cosas que sintió mientras duró su brote psicótico, y lo hace con una sinceridad que, a veces, es descarnada. Si tiene que decir que se ponía tibio de alcohol y drogas, lo dice y punto, pelota. Y sus dudas cuando salió del hospital y tuvo que enfrentarse de nuevo al mundo, reconstruirse desde cero porque no sabía quién era o qué era real. Es el relato de un superviviente, un luchador, y ha decidido compartirlo por si le sirve de ayuda a alguien.
Cualquiera que haya pasado por algo parecido, aunque no sea tan extremo, reconocerá más de un síntoma o, al menos, eso me ha pasado a mí. Me he sorprendido pensando en más de una ocasión “eso me suena” y haciéndome las mismas preguntas que plantea él y no encontrando respuestas. No me avergüenza decir que se me han saltado las lágrimas en algún momento; será que estoy pasando una época un poco tontuna y ciertas cosas me afectan más de lo que quiero admitir, pero me ha tocado la fibra más de una vez. No sé, es un libro distinto, tiene poco que ver con lo que suelo leer y , aunque lo cogí con un poco de miedo, no me ha defraudado en absoluto. Es de agradecer que haya sido capaz de sincerarse, a modo de terapia o porque quiera ayudar a quien pueda pasar por una situación semejante, y que lo haga sin caer en el victimismo. Yo lo recomiendo, de verdad; quizá no os sirva de nada, pero creo que, en estos tiempos tan convulsos, todos necesitamos algunas guías para no volvernos locos del todo. O sí, quién sabe.
“De verdad que a veces el ser humano tiene unos miedos que dan ganas de quitarle el cerebro y ponérselo a un bicho bola para que pueda hacer un uso mucho más inteligente”
“¿Y por qué querría alguien enseñar a su cerebro a ser capaz de reinterpretar algunas cosas? Porque a lo largo de nuestra vida nos han enseñado a interpretar algunas cosas basándonos en los miedos y las vergüenzas de los otros hasta llegar al punto en el que realmente no sabemos quién carajo somos de verdad”
“Creo que hemos olvidado lo frágiles que somos”
Y, sobre todo, lo que os pongo por fotografía porque es largo, de lo que destaco “Tenemos tendencia a callarnos las cosas por miedo a hacer daño”. Doy fe de ello. Y añadiría que también nos las callamos por miedo a que nos lo hagan.
Un besico a todos y, por si se me olvida, feliz Navidad!
Mjo
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