Lamento
comunicar que, leído un 20% de este ebook, no parece que esta vez vaya a ser
diferente. Pero aguanto, me estoy aguantando las ganas de cerrarlo y olvidarme
de él porque soy muy cabezona y, además, la historia transcurre en la Florencia
de mis amores. Teniendo en cuenta los tiempos que estamos viviendo, necesito
algo que me haga sentir emocionada y pasear por sus calles, aunque sea al lado
de una boba solemne, me arranca una sonrisa de melancolía. Si salgo de este
trance con un poco de éxito, y me lo puedo permitir después de ahorrar durante una
larga temporada, me gustaría poder volver a visitarla. Que sí, que ya lo sé,
que siempre que pienso en empezar una nueva vida o en huir, lo hago con esa
ciudad en la cabeza, pero es que así es el amor verdadero. Es la persona, o el
lugar, en el que piensas cuando quieres desaparecer del mundo, que te cura las
heridas con su sola presencia. Florencia es el hombro perfecto en el que apoyar
la cabeza mientras cae el sol. Mi paz, mi sueño y, de una manera extraña que no
acierto a explicar, mi casa. No sé qué vínculo me une a ella, mi hermana dice
que en otra vida fui florentina y mira, a mí me parece una explicación
razonable y bonita. Yo, que tengo esta imaginación calenturienta y, en estos
días, demasiado tiempo para usarla, añado que
además fui amante de mi admirado Lorenzo di Piero de Medici, Lorenzo Il Magnifico para los amigos. Porque, puestos a ser la querida de un personaje que vivió y murió hace la friolera de 527 años, mejor que sea uno de los personajes más influyentes de la época y no de un contadino cualquiera. Con todos mis respetos para los contadinos, por cierto.
además fui amante de mi admirado Lorenzo di Piero de Medici, Lorenzo Il Magnifico para los amigos. Porque, puestos a ser la querida de un personaje que vivió y murió hace la friolera de 527 años, mejor que sea uno de los personajes más influyentes de la época y no de un contadino cualquiera. Con todos mis respetos para los contadinos, por cierto.
Y
¿cómo habría sido la historia? Pues, francamente, no lo sé. Habrá que darle un
par de vueltas al tema y ver qué sale. Si es que sale algo. Dejadme unos días y
ya os contaré.
Mientras
tanto, en los balcones sale la gente y aplaude a los sanitarios, como cada día.
Y yo salgo con ellos, pero mi aplauso rinde homenaje también al personal de
limpieza y mantenimiento de hospitales y residencias geriátricas, que están
trabajando al 200% con medios muy por debajo de mínimos; a los dependientes y
dependientas que están cada día al pie del cañón para que nosotros podamos
salir, el menor tiempo posible, a comprar lo que necesitemos; al equipo de
desinfección local de todos los pueblos; a los transportistas que hacen que la
comida y suministros necesarios lleguen a las tiendas que siguen abiertas… A
tanta y tanta gente que se está jugando el tipo cada día para que salgamos de ésta
tan pronto como podamos y con el mínimo daño. También aplaudo a los que se
quedan en casa, conscientes de lo que ocurre, sabiendo que si no colaboramos
todos, todos saldremos perdiendo.
Día
diez de encierro. Va por vosotros, mi familia y mis amigos. Cuando podamos
vernos de nuevo, os voy a abrazar tanto que acabaréis por odiarme.
En
fin. Seguimos. Seguiremos.
Mjo
No hay comentarios:
Publicar un comentario