jueves, 8 de julio de 2021

NO LO HAGAS, POR FAVOR, HAZLO.

Anoche terminé de ver la serie de la que, dicen, todo el mundo habla. No, por favor, no me refiero a "Élite"; esa pandilla de niños ricos, de una superficialidad que espanta, me aburre sobremanera y te juro que no entiendo por qué narices he visto todas las temporadas. ¿Penitencia por algún terrible pecado que no recuerdo haber cometido? Pues ya vale, ¿eh? ¡Culpa purgada! Claro que en algo tenía que perder el tiempo mientras esperaba que estrenaran "Resident Evil: Infinite Darkness" y es que, como dice mi hermana, me estoy aproximando peligrosamente a un lado muy oscuro jajajaja. No, me refiero a "Sexo/vida", que hace unos días que reina en la parrilla de Netflix. ¿Cómo no iba a hacerlo? Si es que nos ponen la palabra "sexo" en un título y allá que vamos con todo. Como si nos invitaran a observar por el ojo de una cerradura, encendemos la televisión y observamos las vidas ajenas, dispuestos a juzgar y sacar conclusiones desde la seguridad de nuestro sofá. Todos llevamos un voyeur dentro y, a veces, hay que dejar que salga y le de el aire. Pues esta serie es perfecta para eso. Os cuento. 

ESCENARIO: Estados Unidos. Más concretamente, New York y alrededores porque, ¿dónde, sino, iba a tener sentido esta historia? Que si te dicen que está ambientada en San Millán de la Cogolla, Calasparra o (para que nadie se enfade) Montmeló, como que te lo crees menos. 

ESPACIO TEMPORAL: La actualidad, que da más juego porque hay móviles. Y ya sabes que donde hay móviles, hay marro. O sea, follón del bueno. 

PERSONAJES: 

- Billie: señora casada, anteriormente fiestera de las de cerrar garitos y tirarse a todo el que se menea. Se tropieza con un mal tipo que le rompe el corazón y en cuanto lo tiene recompuesto, encuentra a un buen hombre de esos que se peinan con raya al lado y viste de traje. Se casa con él, claro, y deja los estudios y el trabajo y tienen un niño, Hudson, y una niña, Ellery, como mandan los cánones, y se van a vivir a un casoplón a las afueras, al norte del estado, que se ve que es una de las dos opciones que tienes cuando quieres irte de New York: al norte o a los Hamptons. 

- Cooper: el hombre decente. Tiene pinta de estudiante universitario, pero de los buenos, de los que no iba a las fiestas de las fraternidades a hacerle putadas a los novatos, presidía el club de debate y jamás te metía la lengua hasta la traquea en la primera cita. Es guapete, un poco bajito, pero compensa con un cuerpo apañadito, aunque tiene un ligero problema a la hora de aplicarse el autobronceador: calcula mal y se le ve naranja, pero eso nos ha pasado a (casi) todos alguna vez, tampoco le vamos a crucificar por eso. Trabaja en algo de inversiones, un banco o algo así. No sé, a ver si vosotros os enteráis mejor.

- Sasha: amiguísima del alma de Billie, de las de "te conozco el primer día de uni y hasta que reviente el mundo", fiestera y petarda como ella, pero psicóloga de dar clases en la facultad pasados unos años y, además, escritora de libros de esos que prometen arreglarte la vida. Rusa, diréis, por el nombre; pues no, afroamericana espectacular de guapa y tipazo, porque igual allí es que no hay gente fea o salen por otros barrios, yo qué sé. 

- Brad: el mal tipo. Alto, con melena descuidada así rollo surfer, con sus mechas rubias de sol y no de "tíñase usted en casa", barbita cuidadosamente descuidada y unos dientes que parecen perlas, oiga. Lo que habrá gastado ese hombre en dentistas... Es productor musical, porque si fuera paleta sería menos interesante. Tiene pisazo, cochazo, motaza, cuerpazo y una herramienta que, madre de Dios.... Una no sabe si quiere echarle un polvo o derribar la puerta. Y con semejante artilugio, no le queda más remedio que ser un empotrador nato. Y bastante cabrón, también, porque su padre se largó cuando era pequeño y le da miedo el compromisoblablablablabla. Excusas: es un cabrón y punto. 

Vale, pues ya están los tres ingredientes básicos. Matrimonio feliz por un lado, amiga friendforever por el otro y ex novio castigador para rematar. Bonito, ¿eh? ¡Pues no tanto! Billie echa de menos al ex, porque tanta tranquilidad en el campo le está destrozando los nervios, y es que le falta algo. ¿El qué?, os preguntaréis. El sexo, amigas, eso sin lo que decimos que podemos vivir y, en el fondo, necesitamos como el respirar. Ah, que tú no... Felicidades, ya nos contarás cómo lo haces. Billie tiene claro que adora a sus hijos, angelitos, y a su marido, que es trabajador y honrado y la rescató cuando lo necesitaba. Sí, vale, maravilloso pero...

Pero con el otro follaba. Ah, perdón, que se dice "hacía el amor"... No, lo siento, estos dos follaban y de qué manera. Con Cooper lo intenta, ya lo creo que lo intenta, pero no llega a ningún sitio. ¿Y qué se le ocurre a la buena mujer para despistar las ganas? Coger el portátil y empezar a escribir un diario en el que relata, con todos sus pelos y todas sus señales, lo bien que se lo pasaba con Brad. Cooper, que es decente pero cotilla, lo lee y ya tenemos el drama servido calentito. ¡Y bien calentito! Ya no me extiendo más, que a partir de aquí sólo me van a salir spoilers y tampoco es plan de chafaros la guitarra. Un inciso: lo de poner contraseñas en los ordenadores y/o móviles, por lo visto, en USA como que no se lleva, porque en casi todas las series y películas cualquiera llega y entra en ellos como Pedro por su casa. Poned contraseñas, niños y niñas, que os ahorraréis disgustos. Fin del inciso. 

La serie tiene ocho capítulos y toda la historia se narra en continuos flashbacks entre la vida actual de los protagonistas y el pasado no-tan-maravilloso-como-parecía. La escena que anda en boca de todos aparece en el minuto 19:50, más o menos, del tercer capítulo e imagino que la polémica viene porque sale un hombre completamente desnudo ¡Y FRONTALMENTE! Madre mía, dónde iremos a parar... Que la protagonista enseñe los pechos cada cinco minutos, más o menos, no importa, pero, por favor, ¡un pene! ¡Qué escándalo! Y, entre nosotras... Oh, my God. Por supuesto, ya he leído comentarios tipo "Está retocado, es IMPOSIBLE que sea así de larga en realidad", como si eso fuera lo más importante. Supongo que el escándalo es precisamente ese, que es un pene y no estamos acostumbrados a verlos en televisión o cine. Pasó lo mismo con (mi adorado) Michael Fassbender en "Shame", cuando sale con toda su gloriosa anatomía al aire en los primeros cinco minutos de la película, y el grandísimo trabajo que hace interpretando a un torturado adicto al sexo queda en segundo plano. Obtuvo reconocimientos internacionales, por supuesto, porque es imposible pasarla por alto, pero se sigue hablando más de ese "detallito" que de todo lo demás. Ocurrió lo mismo con "Sex Education", una serie fantástica que trata el tema del sexo entre adolescentes de una manera muy ingeniosa y para nada escabrosa. Aquí no, aquí hay sexo porque a los protagonistas les gusta más que a mí el chocolate y las escenas son tan explícitas que se te sube la temperatura quieras o no. Y sí, que esa imagen está dando mucho que hablar cuando, irónicamente, es una de las pocas en las que no hay roce, pero a mí, la escena que me voló la cabeza fue un poco antes en ese mismo capítulo. Si no quieres saber qué pasa, no sigas leyendo porque lo voy a contar. ¡Spolier va!

Brad lleva a Billie a conocer a su madre, que está de visita en un hotel de mucho lujo de la ciudad. Ella va nerviosita perdida, se ve que sus otros novios no le dieron opción a conocer a la familia. Se meten en un ascensor y a él se le ocurre un método muy efectivo para relajarla. La arrima a la pared y le empieza a meter la mano por debajo de la falda del vestido, con intenciones totalmente deshonestas. "Pero, ¿qué haces, so loco?", le dice ella, que ya se ve venir el percal. Y Brad, susurrando, porque si lo dice a gritos no tiene la misma gracia, le dice que no pasa nada, que tiene veintidos pisos para correrse, y sigue con sus manejos. Claro, ante semejante argumento, Billie se rinde y empieza a disfrutar del momento. Y efectivamente, cuando suena el "ding" del piso veintidos, el orgasmo llega, se lleva por delante los nervios y la deja sonriente y con flojera de piernas. ¡Y hala, a conocer a la suegra! En total, no serán ni sesenta segundos, pero son tan intensos que ¡boom! Se me disparó la mente, lo confieso. 

El escenario, el posibilidad de que se abra la puerta y los pillen, el abandono con el que Billie acepta lo que está ocurriendo y el placer perverso de Brad al saber que la tiene entre las manos (nunca mejor dicho)... La tentación de lo prohibido, el peligro de ser descubiertos, lo clandestino del momento, que no se quiten ni una sola pieza de ropa y esa necesidad del "aquí y ahora" es lo que me pareció irresistible. La fuerza del deseo, el ansia de sentir otra piel,  ese torbellino en tu cabeza que dice "no lo hagas, por favor, hazlo" y los besos robados que siempre saben mejor, porque no los esperas, te pillan con la guardia baja y rompen la rutina del día, dejándote con una sonrisa en la boca, las mejillas encendidas y los pensamientos enredados. ¿No os ha pasado nunca? ¿Y no desearíais que volviera a ocurrir? Es la vida, que late aunque no queramos y nos empuja hacia delante, quizá hacia un punto de no retorno, pero vamos igual porque hay momentos en los que retroceder ya no es una opción. No, no lo es. 

Y de arrepentirse, nada o, si acaso, de lo que no se ha hecho, que aquí hemos venido a bailar y mientras suene la música... 


Mjo

08-07-2021


No hay comentarios:

Publicar un comentario